Hace un tiempo quise reflexionar sobre la comunicación alternativa. Me movía la sensación de que en la actualidad los medios de comunicación no captan los fenómenos culturales. Suceden infinidad de acontecimientos, de producciones, de publicaciones, de actividades que no son registradas, relevadas y mucho menos anunciadas o promocionadas por los medios de comunicación. Esa percepción a su vez iba acompañada por una observación bastante objetiva, la infinidad de medios alternativos de comunicación y difusión que empezaban a surgir a partir del 2010 en adelante. Pienso en una forma inicial de los portales portal construido a través de la plataforma de Blogger y sus semejantes (el blog de..), pero principalmente en los podcast, las radios online y los canales de YouTube.
Mi primera intuición o mi hipótesis de trabajo era que estos dos fenómenos están relacionados. De este modo la proliferación de podcast, radios online y canales de YouTube respondería a la falta de cobertura que los medios de comunicación realizan sobre los fenómenos culturales. Ante la ausencia de canales de comunicación la cultura genera sus propios medios, como el agua que va buscando espacios para desagotar. Voy a pensar, como habitualmente hago en estas notas, dentro del mundo de la historieta argentina.
Objeciones.
En principio se me puede decir que toda esa
proliferación de medios se debe, en primer lugar, al avance tecnológico que hoy
permite publicar en la red textos, audios y videos con mucha comodidad y sin
demasiada inversión, de hecho, casi sin ninguna inversión ya que tanto la
tecnología de captura (la cámara y el micrófono) es algo que podemos hacer con
cualquier smartphone de uso cotidiano, que en general ya tenemos para otros
usos. Con lo cual quedaron habilitadas un montón de voces que sin demasiado
esfuerzo se unen al unísono de la gran red. En segundo lugar, se me puede decir
que quienes llevan a cabo esos medios alternativos no están movidos por un
interés de difusión, relevamiento o crónica cultural, que persiguen más el fin
de la exposición personal a través de las redes. Es decir, quieren mostrarse
ellos y no es que tengan algo para decir.
Pero estas dos objeciones son en realidad
aspectos, condiciones, de una nueva situación. Y falta aún describir mejor está
situación. Que tiene dos grandes características. La decadencia del periodismo,
que se manifiesta de dos maneras, a partir de una pérdida del profesionalismo
de los periodistas, que cada vez tienen menos interés y compromiso con la
realidad en pos de un efecto casi artístico (generar algo en el lector). y por
otro lado un empobrecimiento general de las condiciones económicas de la
empresa periodística, que redunda en una creciente precarización del trabajo y
una cada vez más alarmante ausencia de dirección tanto editorial como
periodística de los medios. Y por otro lado, no menos importante y
profundamente vinculado con el aspecto anterior, es la escandalosa
concentración y extranjerización de los medios de comunicación. Esto último
conduce directamente a reducción o anulación de la participación de cultura
local en beneficio de una producción cultural específica, la industria cultural
de donde pertenecen los dueños de los medios de comunicación, que no es
necesario observar que siempre se trata de la industria norteamericana.
Avance tecnológico y exposición individual,
las nuevas formas de la red.
La masificación de los celulares inteligentes,
que tienen mayor capacidad de procesamiento que las computadoras que iniciaron
la era digital, implica una nueva fase de la internet. Una internet realmente
masiva, que atraviesa además todas las clases sociales. Pensemos que, en los
inicios de internet, se trataba de un consumo de clases altas. Las condiciones
básicas de la internet, en ese momento requerían una cantidad significativa de
recursos, no solo el costo de la computadora en sí, también el servicio de
internet, el espacio físico para la computadora, la formación necesaria para su
uso y el servicio técnico para la puesta en punto y mantenimiento. Es
importante notar primero la masificación del uso de computadoras, que va a la
par de su abaratamiento, y luego el avance mismo del servicio de internet,
específicamente de la velocidad y la capacidad de trasmisión de información, es
decir, del ancho de banda. Es un recorrido que ha pasado del analógico dial-up
(sistema por vía telefónica) hacia los actuales servicios bandas anchas vía
fibra óptica, que se empezaron a masificar a partir de 2010. Otro momento
trascendente es la implementación de las redes de Wi Fi, que si bien se empezaron
a utilizar en 1999, su popularización va en sintonía con el servicio de banda
ancha. Es importante pensar que todos estos avances tecnológicos modifican la
experiencia del mundo virtual. No solo por la cantidad de información y la
velocidad con que circula sino también en tanto modifica el mundo doméstico
donde eso ocurre. La primera internet, la de las computadoras de escritorio y
el dial-up, era una experiencia de hipertextos y alguna circulación de imágenes
que tenía lugar en un espacio específico de la casa, un escritorio, una sala de
estar, un estudio. Y sucede que, con los celulares inteligentes, nada de eso es
necesario. De eso se deriva que apenas con un servicio básico de internet, o
incluso sin eso, con el mero uso de las redes públicas de wifi, muchos
individuos tienen acceso al mundo virtual. La nueva era digital implica mucho
más acceso a internet de lo imaginado. La barrera de entrada en último caso es
el acceso a los celulares mismos.
Pero esta nueva experiencia de internet tiene
también una novedad propia. Y es una revolución en las formas de comunicación.
Es que los nuevos dispositivos, la velocidad de acceso y la capacidad de
transmisión de información permiten, por primera vez en la historia que
cualquiera sin mediar casi ningún recurso extraordinario, apenas con lo que ya
tiene previamente a su alcance, pueda crear audios y videos, publicarlos en la
red y así llegar a millones de personas. Y esto nos lleva a repensar la
experiencia individual de transitar la red y más específicamente de participar
en la red. Está nueva experiencia social reformula de alguna manera las lógicas
de la exposición pública y por tanto la manera de obtener y construir ese tipo
particular de posición social que antes denominamos como "fama". Ser famoso hoy es también circular en la
red. No es nuevo en este punto el dilema
de obtener ingresos a partir de la fama, pero no me detendré aquí. Lo
importante es que twiteros, canales de YouTube y cuentas de Instagram con
muchos seguidores son los nuevos famosos de la sociedad moderna. Y esta lógica
de exposición juega sin duda algún papel en las formas de comunicación de los
objetos culturales. Ya que la difusión cultural puede convertirse en un buen
vehículo para crear "contenido para la red" participar en ella y ser
“famoso”.
Manos a la obra.
Así llegamos a la idea central de estas reflexiones, pues ya tenemos todos los elementos sobre la mesa. El primer dilema, una vasta producción cultural sin difusión en los medios de comunicación y por otro lado la facilidad de comunicación que supone el acceso a la red y la publicación de contenido. Todo esto puede inducir a los productores culturales a intervenir en las redes para conseguir por mano propia la difusión que los medios de comunicación no generan.
Aquí emerge una cuestión fundamental que de algún modo determina los límites de esta comunicación alternativa y puede resumirse en la siguiente pregunta: ¿qué sector de este mundo cultural asume la difusión? Sucede que el arte tiene dos polos, el que produce y el que lee. A ambos extremos los medios le han fallado, a unos no les habla de lo que les interesa leer; a los otros, los que producen, no se les reconoce existencia social, se les niega la categoría de noticia. ¿Cuál de estos dos extremos asumirá la tarea pendiente? En otras palabras, la mano propia de quién va a asumir esa comunicación ausente. La mano del lector o la mano del productor cultural. Al último punto parecen responder algunas iniciativas de comunicación como por ejemplo el portal "G cómic", y algunas experiencias de difusión como ser por ejemplo el canal de YouTube "hablando de historietas" dónde tuve una breve participación. Estas iniciativas se enfrentan al problema de la reducida circulación que las plataformas ofrecen, por la vía del algoritmo, a aquello que no es famoso per se.
Al otro grupo, “la comunicación de los lectores” parece responder un gran número de canales de difusión, de portales, de podcast cuyos realizadores no forman parte del mundo de la producción artística sino más específicamente al mundo del consumo. Son, en definitiva: “lectores hablando de sus lecturas” podemos encontrar a “ouroboros”, el podcast “La batea”, el canal de YouTube “historietuber”, “Genux TV,” el podcast “dehistorietas”, entre otros.
En estos últimos casos la vinculación con las lógicas de circulación de la red y la distancia o simpatía con algunos productores más el grado de formación periodística puede presentar un límite para aquello que se elige difundir. Al mismo tiempo, la lógica de circulación y exposición conduce a una suerte de sesgo de retroalimentación. ya que el mecanismo del algoritmo de exposición hace circular más a aquello que ya de por sí circula. Para llamar la atención en la red, tener más visualizaciones, más likes, es preciso hablar de cosas que ya son famosas, cosas que ya despiertan interés con lo cual no se terminan difundiendo novedades, sino que se sigue hablando de lo que ya se está hablando. En este punto el objetivo de la posición individual resulta cumplido, pero la difusión cultural sigue pendiente.