lunes, 28 de mayo de 2012

Or-Grund y la Otredad

Algo interesante para pensar cuando construimos relatos, y más específicamente cuando construimos universos de personajes con sus complejidades y sentidos, es como establecemos la distancia no solo con nosotros mismos, sino con nuestro propio universo cultural. La vieja tradición antropológica ha escrito no pocas cosas sobre el concepto de otredad. La antropología surge como ciencia en el preciso momento en que la cosmovisión occidental del mundo se enfrenta a la realidad de un mundo distinto, el mundo de los otros. Las cosmovisiones que aquellas culturas que no son la nuestra. La forma de canalizar, explicar y de algún modo comprender esas diferencias hace, para algunos autores, su carácter fundante al desarrollo de la teoría antropológica. Luego, en la vuelta al mundo occidental, esas percepciones de diferencias, esas formas otras de percibir y explicar el mundo contribuyeron a la crítica de nuestra propia forma de ver el mundo. Y empezamos a ver otredades mas sutiles, menores, pequeñas diferencias que hacen a la diferencia. En el plano de las producciones artísticas, de los relatos, siempre me pareció interesante ver como se construye esa diferencia, como imaginamos a los otros. Y no me refiero al otro como villano, sino al otro, en tanto sujeto de valores, costumbres y creencias distintas. Y fundamentalmente, en este caso, sujeto de capacidades de destrezas distintas. Y algunos de estos temas vienen a cuento para una relectura del Or-Grund de Robín Wood y Ricardo Villagrán. Una historieta publicada originalmente en la revista D’Artagnan entre 1977 y 1989. Se puede decir que tiene dos etapas, ambas dibujadas por Villagrán pero desde el Episodio 50 y hasta el Episodio 95 con guiones de Armando Fernández.



La historieta en general responde a los cánones de producción de Editorial Columba, episodios auto conclusivos de 14 páginas, donde la primera siempre es una suerte de portada de cada episodio. Y Or-Grund es, como tantos personajes de Robín Wood, una suerte de trotamundos, que camina de aldea en aldea, sin un destino fijo. En cada aldea, o en el camino mismo, encuentra siempre una aventura. Del episodio 42 al 49 hay una suerte de serialización, una estructura de relato más compleja que va atando cabos hasta llegar al desenlace final de la etapa de Robín Wood en el capitulo 49.
No pretendo analizar aquí toda la serie, sino más bien repasar algunos aspectos interesantes de la primera etapa. Para eso pienso utilizar dos claves, por un lado la construcción de la curiosidad como ruptura, ruptura de lo cotidiano, el paso a la aventura, sobre lo que Sasturain ha escrito no poco en relación a la obra de Oesterheld. Y por otro la aproximación externa al héroe. Que incorpora a la otredad una categoría de asombro, mirado a la distancia el otro se vuelve asombroso. Sus hazañas son más fabulosas. Se puede decir que el héroe, desde la aproximación externa se vuelve menos humano, en tanto es más distinto a nosotros, pero no es menos humanidad lo que genera la distancia, sino más diferencia. El héroe se vuelve más excepcional.
La primer observación tiene que ver con el tipo de relato, como es común en Robin Wood, y creo que en gran parte de la narrativa de aventura, la voz del relato cobra un sentido omnisciente, es externa a los personajes, y parece saber todo de ellos pero no nos cuenta todo. Nos sugiere razones, nos comunica sentidos. A esta forma de relato que supone un tipo de aproximación a los personajes, desde fuera (fenomenológica, diría) voy a llamar aproximación externa.


Or-Grund, el Bárbaro del Norte.

El primer episodio nos presenta de entrada una imagen, Or-Grund se despierta en su aldea, en el país de los hielos, pero con una sensación de angustia, de vacío. Y el texto, la voz omnisciente nos plantea esa sensación como la pensaría el bárbaro, una sensación que “no es ni hambre, ni frio ni mujer” no es una sensación material, y primitiva como es el mundo de los bárbaros y de Or-Grund, por eso no la puede describir. En las primeras imágenes ya esta representada la otredad no solo del protagonista sino del mundo del protagonista. A esa imagen inicial luego se irán agregando imágenes sobre el entorno, ese mundo cotidiano de Or-Grund y su funcionamiento. El país de los hielos se revela como un lugar salvaje, con ciertas reglas a las cuales Or-Grund obedece. También aparece la primer imagen externa de Or-Grund, lo que los demás piensan de él, Or-Grund es el mejor guerrero de la aldea, el mas famoso, el mas admirado y también el mas envidiado. La mujer mas linda de la aldea, Lara, quiere casarse con el y lo espera. Or-Grund se levanta y piensa en lo que puede hacer, si ir a comprometerse con Lara, ver a un brujo para que le cure esa extraña sensación de vacío o ir a cazar para distraerse. Termina yendo a cazar y en el camino se encuentra con los hermanos Geron, que compiten con el por el liderazgo de la tribu y en el caso del menor de los hermanos por el amor de Lara también. El encuentro no pasa a mayores y Or-Grund sigue su camino. Mientras, piensa en una vieja mujer que le conto de “los países donde el suelo es verde y los hombres viven en chozas de plata” la imagen perturba al bárbaro “no hay mas mundos que el país de los hielos” se dice a si mismo. Pero la perturbación aumenta porque el país de los hielos comienza a quedarle chico. Yendo a cazar se encuentra con un Baram, una suerte de monstruo de las montañas. En otro momento-nos cuenta Robín Wood- hubiese huido, pero ahora, parece que nada conmueve al bárbaro, pelea con el Baram y lo mata. Entonces dice “he vencido a un Baram ¿Qué mas me queda por hacer aquí? No hay peligro que no haya vencido, soy el mas fuerte, el mas famoso”. Luego Ira a ver a Volkan, el brujo del país de los hielos, y el brujo le hace reflexionar sobre la importancia de la inteligencia y después lo induce a una visión. Visión de un mundo extraño distinto, y de una mujer.
Al volver a la aldea, Or-Grund termina peleando con los hermanos Geran y matándolos. “las Mujeres arrojaron los cadáveres a la nieve. Los animales salvajes los devorarían. Luego la tribu, devoraría a los animales salvajes. Era la ley del país de los hielos” Luego de eso, mientras se organiza una fiesta, Lara espera al nuevo líder “ahora si. El vendrá hoy”. Pero después de mirar nuevamente el mundo conocido, el país de los hielos. Or-Grund abandona la aldea. El texto final dice: “comenzó el viaje a los países desconocidos. Comenzó allá en el Norte que, como todos saben, solo alberga barbaros, lobos y demonios. Y Or-Grund era un poco de cada uno. Or-Grund el bárbaro, viajo hacia el sur.”
A lo largo de las historias, siempre episodios auto conclusivos, esta imagen de ruptura de lo cotidiano, una cotidianidad distinta, lo cotidiano del mundo de los barbaros va a tomar mas fuerza. Es el principio de la aventura, Or-Grund abandona el país de los hielos buscando lo desconocido, perturbado por una visión. A la vez esa ruptura va a tomar un color de introspección, el mundo del bárbaro esta lejos, pero el bárbaro sigue siendo bárbaro y va a empezar a pelear con su propia natulareza. “(Or grund) Se vio atrapado en esa nueva tortura que se había despertado en el y que le costaba mas y mas zafarse: pensar” (Cap. 35) En el episodio 2 hay una escena donde Or-Grund termina prisionero en un pozo junto a otras personas. Gracias a sus cualidades extraordinarias (es decir, su fuerza) consigue escapar pero no puede salvar a sus compañeros de celda a los que depara un futuro terrible y Or-Grund, que como todo bárbaro solo piensa en si mismo dice “malo para ellos…debo huir” en el pozo se produce el siguiente dialogo:
“-No intento ayudarnos
-Tú no comprendes. Or-Grund viene del país de los hielos. No hay tierra mas bárbara que esa y los que la habitan son mas salvajes de los que tu puedas soñar (…) ¿como puedes esperar que piense como nosotros o en nosotros?”
Aquí apareció un nosotros y es un buen ejemplo para ver como se construye la alteridad en el relato. Hay un otro, que es Or-Grund, que pertenece a un país de barbaros y un Nosotros que se comportaría de otro modo en la misma situación. Seria menos egoísta, menos salvaje. Al final Or-Grund volverá para salvarlos, como parte de su conflicto interno. Lo importante es como a lo largo de las historias se va construyendo ese otro que es Or-Grund, en relación a una imagen de lo salvaje. Y aunque su imagen va a ser dinámica, dada por la ruptura interna y los avatares de cada aventura; Or-Grund siempre va a aparecer como un extraño, un salvaje en tierras aparentemente mas civilizadas, siempre va a ser el otro en el relato. Pero tal vez el principio de la historia es la ruptura con esa otredad, cuando el salvaje deja de serlo del todo. Su identidad como salvaje, un poco bárbaro y un poco demonio se empiezan a complejizar. Se va de la aldea, vuelve para ayudar a sus compañeros, comienza a pensar.


Rechazar el mundo, rumbo al Sur.

Tal vez al final, la historia pierde algo de originalidad, el universo fantástico que nos muestra Robín Wood no es tan interesante como sus personajes. Las historias son desparejas, los monstruos fantásticos no tienen una coherencia entre si. De a poco se van delineando los primordiales, que terminan siendo una especie de extraterrestres detrás de todas las ambigüedades de la historia. La zaga final, prácticamente novelada, tiene unos altísimos momentos dramáticos, pero con un final algo predecible. Y es que tal vez Robín Wood es mejor constructor de personajes que de historias. Un narrador de oficio que sabe caracterizar a sus personajes, volverlos complejos e interesantes. Por eso me parece más productivo revisar los procesos con los cuales configura a esos personajes. Creo que la genialidad de Robín Wood esta en la recurrencia de algunos elementos de construcción, y en las pequeñas diferencias que hacen a la diferencia (digo, para parafrasear, una vez más a Bateson). Esa aproximación externa, esa doble construcción de otredad, al interior del relato -entre los personajes- y al exterior del relato. Una otredad del mundo narrado con el mundo del receptor. Eso de tirar los cadáveres en la nieve, no es algo cotidiano para nosotros los lectores (¡por suerte!), pero se nos presenta como cotidiano en ese mundo que nos muestra el relato y que, a su modo, Or-Grund también rechaza.

1 comentario:

María Eugenia Alcatena dijo...

¡Me gustó! Mucho.
Grande, Ric.