jueves, 23 de febrero de 2017

Máscaras y poder. Identidad y anticolonialismo (reseña de Ich Saracino - Olivetti)

Una tropa de españoles persigue a una joven indígena en medio de la selva, la cantidad de vejaciones que sufrirá de ser atrapada son impensada aunque imaginable. Yaretzi huye desesperada de sus pretendidos nuevos amos y cuando parece que ha sido capturada un enorme oso surge de la selva y ataca a sus perseguidores. Solo uno huye con vida. Y herido, el enorme monstruo justiciero se desmorona. Pierde su forma y descubrimos que se trata de un joven indígena, que con el poder de distintas mascaras que lleva en su morral puede convertirse en todo tipo de monstruos. Así empieza ICH, la historieta de Luciano Saracino y Ariel Olivetti. Según nos cuenta Saracino "Ich significa máscara y "lo femenino" en lenguaje nahual (o nahuatl)" que según nos ilustra Wikipedia, es un lenguaje de los pueblos que habitaban lo que hoy es México y que llego a constituirse como lengua franca del imperio azteca hacia el siglo XIV.

La historieta, hasta ahora, cuenta con dos entregas. La primera fue realizada originalmente para el proyecto de Historietas Nacionales, un suplemento semanal que se podía descargar de la pagina Web de Telam, allí se fue publicando de a media página por semana. Luego, a mediados de 2015, fue compilada por editorial utopía en un lindo libro de 96 páginas a todo color. La segunda entrega fue editada por la misma editorial a finales de 2016. Aclara Saracino que "Los libros los hacemos con Ariel, para nosotros. No pensamos en la editorial, al hacerlo (somos dueños de los derechos), y lo estamos vendiendo por países, en lugar de lenguas." Lo primero para observar es la estructura narrativa, la primera parte parece haber sido pensada como un álbum francés, como una historia integral, el segundo libro "Furia de cemento" en cambio responde más al formato norteamericano, una miniserie de 5 capítulos de alrededor de 22 páginas por capitulo, más un epílogo de 5 páginas.

Resistencia y Anticolonialismo

La historia explora la posibilidades de cierta resistencia mágica a la dominación española en los territorios de lo que luego sería el virreinato del Perú (al menos esa pareciera ser la referencia geográfica). Ich, ya lo dijimos, es un joven indígena, que por algún motivo que Saracino evita contar, cuenta con indeterminado número de poderosas mascaras, con cuyo uso obtiene poderes relacionados a los seres que esas mascaras representan. Así Ich, transformado en distintos monstros sobrenaturales ataca tropas españolas en diferentes puntos de esa América salvaje. El desconcierto de los conquistadores españoles es altísimo "un jaguar gigantesco en las costas de chancay" ataca y asesina cientos de españoles, otra bestia indescriptible "sorprendió al bueno de Tambuscio en Antioquia", en Inchahuasi, una serpiente de cien metros se lleva la vida de miles de soldados. Cuando Ich salva a la muchacha (yaretzi, al principio de la historia) se detona la primer contradicción que va a marcar el sentido de la historia. Por salvar a la muchacha Ich llega tarde para salvar a su pueblo "su misión no era rescatar a una muchacha-¡una sola muchacha!-de las garras del invasor...su misión era proteger a los suyos" e Ich, viaja con todas su fuerzas, convertido en ave para llegar a salvar a los suyos y "deseo con todas sus almas que no fuera demasiado tarde, aun".
La historieta podría definirse cómodamente como un relato anticolonial, donde los personajes disputan todo el tiempo una batalla perdida, luchando contra el tiempo y la historia que no puede menos que avasallarlos. Yaretzi ocupa de poco el lugar de la conciencia, su nombre (nos cuenta Saracino) significa "aquella que siempre será amada" aparece en la historia para consolar a Ich en su guerra perdida, para calmar su desesperación, la desesperación del que teniendo un gran poder no puede cambiar el curso de la historia. Ich está desesperado viendo morir a los suyos y se pregunta "¿con que se cura el dolor del alma?" y Yaretzi responde "no hay ungüento, ni yerbas especiales...pero ven conmigo...tengo una caricia que lleva tu nombre en mi mano" la historia avanza en ese sentido, con los impresionantes dibujos de Olivetti y el fascinante vuelo poético de Saracino. Luego los españoles traen un inquisidor para vencer a los innumerables y sobrenaturales monstruos que resisten la invasión, así aparece en la historia el siniestro Sebastián de Loup, cuya cacería de Ich encauzara el resto de la historia hacia su trágico final.

Furia de cemento, conexiones entre dos universos.

La segunda entrega retoma los puntos elementales de la historia, siguiendo el derrotero de estas poderosas mascaras pero con un registro más cercano a la narrativa de superhéroes. Ahora la aventura se traslada al presente, a una ciudad indeterminada que por la arquitectura que dibuja Olivetti podría ser nueva york o chicago. El protagonista es Curt, una suerte de marginal que paso un tiempo en prisión, ahora espera un hijo, busca trabajo y practica parkour, esa disciplina donde se atraviesan distintos obstáculos urbanos de manera casi acrobática. En uno de esos entrenamientos termina siendo reclutado por unos personajes siniestros comandados por Thomas Wolf, para llevar a cabo un robo. Tiene que robar unas antiquísimas máscaras, las mascaras de Ich terminan detonando en Curt los poderes. Y aquí se produce una inversión respecto a la lógica del primer libro, donde parecía que Ich obtenía los poderes de las mascaras, ahora descubrimos que Ich es una persona especial que puede canalizar el poder que contienen las mascaras. No alcanzan las mascaras para convertirse en monstruo hay que primero ser Ich. En el robo, Curt se prueba una máscara y se descubre a sí mismo, es perseguido y herido. La secuencia es semejante a la primer secuencia del primer libro, donde Ich herido es curado por Yaretzi (incluso hábilmente saracino repite algunos diálogos), ahora es curado por Xue, quien lo introduce a una suerte de guardianes de las mascaras, son ellos quienes lo introducen a la verdad "nosotros le decimos Ich. es una fuerza que habita en un y solo un ser humano por vez. Cuando ese ser humano deja de vivir en este plano , el Ich pasa al siguiente portador".
La historia atraviesa entonces el dilema de Curt si asumir el destino de Ich o continuar con su vida, buscar un trabajo ser un buen esposo y padre. El dilema existencial se traslada, en unos diálogos brillantes, a una discusión de Curt con sus compañeros de parkour, y una de sus amigas le dice "venimos de familias sin premio (...) nuestros padres y abuelos se escaparon de un lugar horrible a uno que sea solamente malo. Porque en un lugar malo al menos podían salvar sus vidas y las de sus hijos (...) somos lo que nos toco ser y vamos a hacer lo que podamos, con eso". Así Saracino consigue magistralmente conectar esa suerte de anticolonialismo del primer volumen con esta segunda historia que juega más dentro del universo de los superhéroes. Si el primer portador de Ich trataba, desesperadamente, de detener una catástrofe inevitable, este segundo Ich tal vez deba reparar un mundo que ya fue destrozado, un mundo de "gente sin premio". Pero Curt decide quedarse con los seres que ama, el no será Ich. Entonces los guardianes lo alertan sobre su decisión, no puede negar su destino, si lo hace su destino vendrá por él, "no pongas a prueba la capacidad de lo que te habita para salirse con la suya".

Bestiario

El primer libro cuenta además con un extra llamado bestiario, donde con ilustraciones de Olivetti, Sarracino cuenta historias relacionadas a la procesos creativo de la historieta. O mejor dicho, inventa historias que simulan relacionarse al proceso creativo. En realidad se trata de un entretenido ejercicio narrativo donde Saracino, al mejor estilo borgeano, que no pocas veces se ponía como protagonista (él y Bioy Casares) de relatos extraordinarios, introduce historias fantásticas en la vida cotidiano de los autores. Así, tanto Olivetti como Saracino se convierten en una suerte de aventureros en busca de piezas arqueológica en los intervalos de sus tareas de escritor y dibujantes. Debo confesar que al principio leí con cierto desgano estos "extras" que a todas luces se presentaban como simples rellenos para cumplir con la cantidad de páginas, sin embargo a poco de empezar, la dinámica prosa de Saracino, mas su ingenioso humor empezó a atraparme en la lectura. Dedica un cuento corto a la búsqueda de cada mascara.
Antes de la salida del segundo libro, editorial Utopia edito "Ich, libro de viajes" donde rescata los cuentos breves que salieron en el primer número (3 cuentos mas introducción y epilogo) y agrega dos cuentos mas. En uno de esos cuentos, el que más me gusto, Olivetti desempolva unas viejas cartas que venía recibiendo de un opaco sacerdote del interior del país, perdido entre Córdoba y Santa Fe este extraño personaje le escribía cartas en clave a un dibujante de historietas. Ante el enigma de esas misteriosas cartas que en un lenguaje de intriga hacían referencia a las misteriosas mascaras que obsesionaban a los autores, estos deciden ir a buscar a aquel oscuro personaje. Cuando por fin dan con él, el misterioso sacerdote es expuesto a sus intrigantes escritos y dice Saracino "el padre pareció observarlas, mas no lo hizo. Lo que sí hizo fue tomar un lápiz y dibujar sobre una hoja, palotes" Saracino prosigue el relato aclarando que Olivetti que es experto en idiomas cuneiformes como "el elamita, el hitita y el luvita". Y el dibujante preguntó "¿es cuneiforme?" a lo que Saracino responde "creo que son más bien rayitas." Luego aclara "mi socio se vio desilusionado al comprobar que, si, eran rayitas" los historietistas - arqueólogos vuelven a sus cosas comprendiendo que el misterioso padre "no era un genio y si todo lo contrario."

La identidad de los que nacen sin premio

Si tuviese que decir que trata Ich, diría que al menos la primer parte es un relato sobre la resistencia, de resistir a un invasor, que como lectores (ubicados fuera del relato) sabemos que se impuso, por eso el relato de resistencia toma un color trágico, el Ich que lucha contra los españoles no podrá ganar, no podrá, a pesar de su poder, torcer el rumbo de la historia. El gran merito de Saracino, es haber convertido este problema en una fuerza narrativa, sin caer en un relato testimonial sobre las injusticias del colonialismo, consigue trasmitir esa desesperación a sus personajes, no porque van a perder, sino porque están perdiendo.
El segundo Ich en cambio es tal vez testimonio de otros problemas, el mundo está atravesado por múltiples injusticias, hay gente que "nace sin premio" y su única opción es hacer lo que pueda con eso. El centro más bien podría ubicarse en la identidad, Curt se pregunta quién es, los guardianes le dicen que es Ich y en el fondo siente que debería hacer algo con este poder que descubrió tener. Si el hacer es importante, ese hacer debe definirse desde la lucha(porque es un mundo injusto). ¿qué pasa si se reniega de esa identidad, que pasa si no se lucha?. El sentido trágico se presenta cuando uno cree que puede elegir. Hacia el final, Curt se termina convirtiendo en Ich, y desde la tragedia que lo convierte en Ich comprende que no puede serlo sin luchar.