domingo, 24 de diciembre de 2023

La mirada del Lector

Existe un tipo de lector, y es en realidad el lector por definición, que no está interesado en el mundo de la producción artística, que lee por leer. Por la satisfacción o el placer que se consigue a través de la lectura. Cómo no pretende ser mañana un autor, para él, los entretelones de la producción son un condimento adicional, una anécdota opcional al producto en sí. Es un consumo asociado, pero nunca central. Este lector, el lector puro, es el tipo ideal del consumidor cultural. El espectador de Netflix no está interesado en las figuras narrativas, la construcción de la trama o la tecnología de filmación, quiere saber que va a pasar con el personaje, cómo terminará la historia. Y aunque después realice una comparación sobre las series que ha visto y saque conclusiones sobre su gusto personal o si tal serie es buena o no. Todo ese análisis no va a tomar la forma de una prescripción de escritura, no será experiencia de escritura sino experiencia de lectura, que es otra cosa. Será a futuro, criterio de consumo y no de producción.


 Pero este tipo de lector parece haberse perdido en algunas disciplinas artísticas. Disciplinas que debido a su falta de masividad se van convirtiendo en pequeños nichos. En pequeños guetos que se descubren solo después de iniciar el camino de la producción artística. Así muchos lectores de manga descubren la existencia de la historieta argentina cuando encuentran un profesor de dibujo. Lo mismo ocurre con algunos géneros artísticos, como el tango o el jazz, géneros a los que uno llega (descubre, conoce) luego de atravesar el camino de la formación musical. Algo de esto revisé hace varios años en las generaciones aisladas. Ahora me interesa otro punto. El lector puro.

 La relación de lectura y los extremos del arte.

 Primero hay prestar atención a la relación que establecemos con la lectura. Y está relación implica a su vez una dimensión social, se trata de una posición frente a los otros y frente al objeto de consumo o lectura. La relación de un lector puro con el objeto de lectura (el texto) es una relación lineal, simple. Se trata de un texto a ser interpretado. En cambio, el autor tiene con el objeto de lectura una relación de sustitución, la obra que lee podría ser suya (pero no lo es) y en algún punto la lee como si lo fuera, ya que el autor produce obras semejantes y al leer una obra que no es suya establece una conexión con el autor de esa obra, al que no conoce, pero con quien comparte los desafíos de la producción artística. El autor lee como autor y su “otro”, como vemos, son los otros autores. Del mismo modo, el otro del lector es también un lector que establece con el objeto la misma relación lineal, simple, de lectura e interpretación. La conexión con esos otros lectores se da por compartir la experiencia de lectura.

La dimensión social del lector puro es el mundo del consumo, son otros lectores, con quienes compartir lecturas, críticas y reflexiones. En ese universo, los lectores crecen porque pueden sumar a su experiencia de lectura, la experiencia de los otros. Aparece aquí información asociada al objeto de lectura. Pero se trata de información de contexto, el contexto de la obra, de los autores, su publicación original. Así se amplían horizontes, inquietudes y curiosidades. Porque esa información adicional proporciona nuevas claves de lectura, horizontes mayores de comprensión y apreciación artística. Se produce, podemos decir también, conocimiento. Pero se trata de un conocimiento orientado a un extremo del arte. El lector que quiere leer, conociendo más, puede "leer mejor".

En el otro extremo está el mundo de la producción y allí encontramos a los autores. Su aproximación a la lectura es en tanto productores de ese mismo tipo de objetos. El autor mira en las obras que lee, las herramientas de producción, los mecanismos de escritura, las soluciones narrativas, estéticas, matemáticas y también ideológicas. Al conocer las imponderables del quehacer artístico puede ser más comprensivo sobre los desaciertos. Y aunque el autor también es lector, y en este punto es también “un otro del lector”, su dimensión social lo ubica en el mundo de la producción y sus lecturas se convierten en experiencia de escritura porque su manera de leer está orientada por su rol de autor. Su mirada es distinta no porque posea más conocimientos que el lector puro, sino por qué tiene otros intereses. El autor quiere escribir y cuando lee aprende a "escribir mejor".

La mediación periodística.

La emergencia de nuevas formas y medios de comunicación ha generado nuevos acontecimientos históricos. En el caso de la producción artística esto ha permitido que los productores culturales (autores, editores) tengan a su alcance posibilidades de comunicación directa con sus públicos llevando a cabo esa “comunicación por mano propia”. Pero esto encubre y de alguna manera deriva de otro fenómeno asociado, que es la transformación de los medios de comunicación en general y del periodismo en particular, pues si los productores deben recurrir a la comunicación directa es porque los profesionales de la comunicación ya no comunican. Pero esta comunicación ausente tiene otro extremo, pues los medios de comunicación, en el caso de producción artística cumplían la función de mediar entre los productores y el público. En una nota anterior observe:  

“el arte tiene dos polos, el que produce y el que lee. A ambos extremos los medios le han fallado, a unos no les habla de lo que les interesa leer; a los otros, los que producen, no se les reconoce existencia social, se les niega la categoría de noticia.”

La voz del lector estaba contenida en la mediación periodística, había canales de comunicación con el público. Los correos de lectores, los mensajes telefónicos. El medio buscaba establecer una relación con el lector a fin de interpretar sus gustos e intereses. Los mecanismos periodísticos, aceitados por una dirección editorial acorde, derivaba en los actores, es decir los periodistas, la obligación de entender los intereses del público, interpretarlo y abastecer esa demanda. A su vez los intereses del productor se cumplían en tanto se le reconocía al objeto cultural la categoría de noticia. La información entonces tomaba la forma de un relevamiento de la realidad, lo que existe, lo que se edita, los autores que producen tenían su existencia mediática en el mundo de información y su consecuente construcción de realidad. Como paso posterior estaba la línea editorial que privilegiaba algunos productos en lugar de otros. En este mecanismo se fundaban ciertas formas de silenciamiento, como bien sabemos.

En la actualidad el vínculo más fuerte que establecen los medios no es con la realidad sino con la ideología. Hoy los medios, sujetos a transformaciones que empobreces las relaciones labores y sus estructuras directivas, hablan solo de aquello que le interesa ideológicamente. Todo artista entrevistado en cualquier medio de comunicación (sea página 12 o clarín) es convocado para opinar sobre política, no sobre su actividad profesional y artística. Tenemos incluso el hecho inédito de encontrar periodistas entrevistando a periodistas para opinar de política. Cualquier nota cultural local solo parece ser posible si tiene alguna conexión ideológica con la línea del medio. En otras palabras, para ser noticia hay que despertar los intereses ideológicos de los periodistas que disputan las notas en el campo de la redacción y del director que decide su publicación.  Ambos sujetos, además, parecen tener muy pocas inquietudes culturales, sociales o económicas. Así, el empobrecimiento de la estructura periodística y la falta de dirección resultante aumentan la incidencia de los aspectos personales de los actores del campo, con lo cual las características personales de los mismos constituyen un significativo sesgo para la realidad relevada.

Pero si los productores quedan fuera de la realidad mapeada por los medios de comunicación, es momento de observar que los lectores también han quedado fuera, ya que sus intereses de lectura tampoco son cubiertos por los medios. Ya no se trata de un silenciamiento o alteración arbitraria en la construcción de realidad, no es que la mediación haya sido alterada, es que ha dejado de existir. Y ahí es cuando la voz del lector puede encontrar en las nuevas formas de comunicación, la salida para sus manifestar sus intereses y llevar a cabo esa operación de expansión de lectura. De compartir experiencias, de “leer mejor”. No es que los lectores quieran ser periodistas, es que no encuentran en el periodismo algo que les hable a ellos.

Los eventos y los lectores.

Maximiliano Fiqueqron, en su podcast “el lector como artesano” (T02E14) lleva a cabo una “radiografía” de la Crack Bang Boom. Hace un interesante análisis sobre la experiencia de la CBB, la dinámica de los distintos espacios que establece y determina, el diálogo de la carpa de fanzines con los otros espacios de editoriales y comiquerías.  Y releva, también, la cantidad de charlas, presentaciones y actividades. Aquí observa que, contrariamente a lo que uno creería, las charlas de presentación de publicaciones no ocupan un lugar tan destacado en el número de actividades, la mayoría de las charlas-plantea- son “sobre producción de historietas”, paneles temáticos orientados a inquietudes y formación de autores, “como iniciarse en la historieta, la historieta como profesión, los espacios para charlar con gente que quiere vivir de la historieta”, observa  que “no había charlas (…) sobre historietas, no tanto de la producción" es decir, sobre historietas como objeto de lectura, desde la mirada del lector  "todo va más hacia los que producen” y concluye “hay un público que lo mira de afuera sino dibuja”.


En un análisis anterior (T02E12) Fiqueqron releva Miracon 2023, la exposición que se realizó en Miramar y encuentra la misma tendencia en las charlas orientadas a la producción, talleres de historieta y charlas sobre la vida profesional. Desde lo que veníamos diciendo, el diálogo que proponen las charlas y actividades no se establece con un lector puro sino con un futuro autor, donde el interés de lectura se empieza a confundir con el interés de escritura o producción. Lo interesante de los análisis de Fiqueqron, y creo que es un gran aporte analítico, que de hecho se propone desde el nombre del podcast mismo, es justamente que plantea la mirada del lector. Un lector que, asumido como tal, analiza estos eventos desde el mundo de la lectura. Y desde allí, observa cuáles son los aportes que estos eventos proporcionan a la experiencia de lectura, al lector mismo, al lector puro en su búsqueda de conocimiento de lectura, ese “leer mejor”.  

 

La experiencia de los eventos de historieta, sobre la que he escrito alguna cosa, implica una intervención del mundo de la producción orientada a la difusión de la actividad. Y aquí, desde los aportes de Fiqueqron se puede ver con claridad cómo esa intervención, hecha en la perspectiva de la producción no consigue establecer una comunicación con un lector puro. Este mismo patrón se presenta en las intervenciones de los productores en los nuevos medios de comunicación, en las redes. Cuando los autores y editores (y temo que debo incluirme en ambas categorías) pensamos intervenir la redes para difundir lo que hacemos, lo hacemos como hacemos los eventos, y se nos ocurren debates sobre los procedimientos artísticos, que no proporcionan claves de lectura, no conectan con la experiencia del lector, sino que se ofrecen herramientas de escritura y producción. El lector “la mira de afuera”.

Las voces, las redes y la vida.

 La voz de los productores culturales ya la conocíamos, a través de las propias publicaciones y a través también de las múltiples experiencias de difusión que hemos visto y reseñado de muchas formas; los eventos, los blogs, las publicaciones virtuales, los medios autogestivos, la experiencia de radios online. Sucede que el problema del sistemático silenciamiento de la producción cultural no es nuevo, han cambiado sus formas, sus lógicas e intensidad, y frente a esta nueva realidad de negación deben cambiar también las formas de intervención, pensado también que va cambiando, a su vez el objeto de intervención. ¿Es realmente importante hoy una nota en un diario? ¿no habrá que pensar ahora la manera de abordar los nuevos medios de comunicación?

Por otro lado, la novedad es que ahora podemos escuchar, como nunca antes, la voz del lector. Y tal vez no se trate solo de que los lectores hayan asaltados las redes, aunque como dijimos mas arriba hay algo en la experiencia de lectura que lleva a la comunicación. También sucede que las redes proponen e incitan desde la facilidad de interacción, una manera de integrarse a la vida de los sujetos, que estos suban contenido e intereses a las redes. Tik tok te estimula a subir contenido (te da consejos de videos y tips para subir), Instagram funciona si subís fotos de las cosas que te gustan, Facebook te pregunta “¿qué estás haciendo hoy?”.  Las plataformas de comunicación necesitan que sus usuarios compartan sus vidas y en la vida de sus usuarios hay cosas que desaparecieron de los medios. Entre las cosas que desaparecieron de los medios esta la mirada del lector. Eso, creo, es la novedad.

 

Debo agradecer a Mariano Cholakian, con quien tuve un intercambio de opiniones hace algunos meses y a ese intercambio debo algunas de estas reflexiones.