lunes, 7 de agosto de 2023

Premios, castigos e intervenciones.

El mundo de las artes y las industrias culturales es cada vez más diverso, y tal vez debido a esa misma diversidad, pareciera que los mercados culturales se van reduciendo y dividiendo en miles de pequeños reductos de producción y comercialización. En ese escenario, asistimos a una suerte de multiplicación de acciones, que en mayor o menor medida pretenden incidir en las dimensiones de los respectivos mercados, buscando su expansión, desarrollo o crecimiento. Entre estas acciones hay un tipo particular que, en rigor, pertenece a una tradición específica del mundo de las disciplinas artísticas.

 
El codiciado Oscar.

Se trata del sistema de premios. Toda industria cultural con alto grado de desarrollo ha creado en algún momento una institución, (un emblema y un símbolo) encargada de la “excelencia” cuyo objetivo ha sido, y sigue siendo, premiar a los mejores objetos culturales de aquella industria. Se trata de objetos, producciones y productores (la mejor película, el mejor actor) que serán festejados, galardonados, premiados. Todo premio, a su vez, implica una competencia, una construcción simbólica de reconocimiento y un hecho social, público, donde los mejores, de acuerdo a su “mérito” terminan siendo galardonados con el ambicionado premio. Es el Oscar, los Grammy, el Martín Fierro, los premios Nobel. Hasta aquí, estamos todos de acuerdo. Pero mi intención para las siguientes páginas es proponer un análisis distinto. Pretendo pensar en los premios como un mecanismo de intervención. 

Concepto de intervención. 


 El concepto de intervención que voy a manejar aquí no es demasiado complejo, se trata de un “hacer desde afuera”, pero no cualquier hacer sino un “hacer con consecuencias”. Es una acción que modifica el estado de cosas del universo en el que sucede. Pero es una acción realizada por un extraño a ese universo, no se trata de un actor del campo, alguien involucrado en sus tensiones e intereses, sino un sujeto que desde fuera produce una acción: genera un hecho que modifica el estado de cosas, interviene. Ahora, si la modificación del universo resulta de la acción de uno de los actores de ese universo, ya no sería una intervención, sino que la modificación sería el resultado de las tensiones internas del campo. Puede suceder que uno de los actores tome una actitud metodológica que lo aleje del campo (distanciándose de las tensiones que le son propias) habilitando, de este modo, un mecanismo de intervención. En este caso, ese actor debería llevar una vigilancia epistemológica sobre aquella distancia que permite la intervención, a fin de que la acción no termine contaminada con las tensiones propias a su posición relativa dentro del campo. El peligro aquí, es que la tensión del campo, que se evita desde la posición de intervención, termine diluyendo la eficacia de la acción. Esta situación, la de un actor que se disfraza de un extraño para poder intervenir, resulta de la falta de fuerza del mismo actor para imponer cambios dentro del campo. La posición externa tiene distintos grados de libertad y acción, y podría resultar en un poder adicional para generar las modificaciones que el actor no puede imponer desde el mismo campo. Como veremos más adelante, gran parte de los sistemas de premio responden a este tipo de intervención. 

La forma pura: el modelo educativo. 

 El sistema de premios y castigos es un esquema típico de todo modelo educativo. Actúa sobre el sujeto, intentando establecer determinadas conductas. Trabaja sobre el comportamiento y es de carácter individual. Consiste en una correlación de premios y castigos de acuerdo a comportamientos aceptados (aquello que conforman la conducta buscada) y comportamientos rechazados (aquellos que están fuera de la conducta buscada). Así el sujeto realizará las acciones buscadas ya sea por la ambición del premio o por miedo al castigo. Todo sistema de premios implica un sistema de castigos y viceversa. En el sistema penal, el premio es la ausencia de castigo. En el sistema educativo el castigo es la ausencia de premio. Así el castigo de no haber estudiado lo suficiente es no pasar de grado. El esquema de premios y castigos no es igual al esquema de estímulo - respuesta. Este último se ubica en la acción, su objeto es la acción misma (interviene para generar acciones) y trabaja sobre el presente. Mientras que el esquema de premios trabaja sobre el pasado. Se premia o se castiga al sujeto por acciones ya realizadas, pasadas. Su objeto no es la acción sino el sujeto. Un modelo educativo no genera acciones, sino sujetos. 

Intervención cultural.

El sistema de premios y castigos, en su forma social, se convierte en una forma de intervención. Ya no sobre un sujeto sino sobre un campo social específico, dónde el sistema interviene. Así, los premios Oscar que otorga la academia de artes y ciencias norteamericana, actúan sobre la industria norteamericana de cine, y en menor medida sobre el resto de las industrias cinematográficas. El caso de los premios Oscar es interesante, porque aquí la correlación de industria y mercado es absoluta. El mercado cinematográfico norteamericano (debido a diversas políticas de protección y desarrollo) está totalmente subordinado a su industria. Tal es así, que toda intervención sobre la industria es al mismo tiempo una intervención sobre el mercado. La academia de artes y ciencias norteamericanas (AMPAS, Academy of Motion Picture Arts and Sciences) fue fundada en 1927, por Louis Meyer, presidente de MGM. Desde entonces ha tenido ininterrumpidamente 95 ediciones. Todo modelo de sistema de premios suele referenciarse en los premios Oscar. Que como vemos resultó también de una suerte de intervención de los productores cinematográficos sobre el mercado y la industria. Ahora bien, el sistema de premios entendido como un modo de intervención en un mercado cultural, actúa sobre la totalidad de objetos que circulan en ese mercado distinguiendo a aquellos que se considerarán mejores. La intervención toma la forma de un estímulo sobre los actores a partir de la valoración de ciertos objetos, sobre ciertas búsquedas artísticas (estéticas, intelectuales o narrativas) reforzando, de este modo, su producción. En general los premios tienden a estimular las producciones poco comerciales. De este modo actúan sobre la dicotomía arte/mercado, reforzándola. Así los premios celebran y estimulan los objetos culturales que no tienen buenos resultados comerciales, pero sin embargo son artísticamente objetos muy valiosos. La refuerzan porque se establece implícitamente, que el gran arte nunca tiene un gran éxito comercial. Los premios Óscar son un ejemplo típico de este caso. Rara vez la mejor película, es a su vez, la más taquillera. Los más exitosos directores norteamericanos suelen hacer un alto en su carrera para hacer "una película para el Óscar", que suelen ser objetos raros en sus filmografías pero que cumplen con ciertos requisitos, artísticos, ideológicos o estéticos que la academia valora. Así "La Lista de Schindler" mereció en 1993 el Óscar para Steven Spielberg como mejor director, pero difícilmente pueda considerarse una película representativa de su carrera. 


Representación y consenso Algo que debe tener todo sistema de premios que pretenda intervenir en un campo artístico cualquiera, es cierta representación de ese campo, debe poder dar cuenta de lo que allí sucede y debe tener consenso dentro lo actores de ese campo.
Ceremonia de los Premios Trillo, en Rosario

Para alcanzar el primer punto, es fundamental estudiar la ingeniería del premio, su estructura. A través de la jerarquía de categorías y nominaciones es imprescindible que todos los actores del campo puedan sentirse parte del escenario del premio, del universo abordado. Todos los productores de Hollywood saben que la academia ha visto su película. Y la academia diseña su jerarquía de categorías y nominaciones atentos a la representatividad buscada. Hay categorías que se inventaron de acuerdo a los trabajos que se fueron agregando a la industria por cuestiones técnicas, a su vez, algunas categorías desaparecieron cuando esos trabajos fueron reemplazados. Es decir, todos los trabajos en la industria del cine norteamericano son observados por la academia. Esto permite, entre otras cosas, que películas que no competirán como mejor película sí participen de la ceremonia en algún otro rubro (como ser por ejemplo mejores efectos especiales). De ahí, que el premio Óscar es totalmente representativo de la industria norteamericana, aunque trabaje desde una visión elitista del arte y el mercado. El consenso es fundamental para que un sistema de premios sea efectivo. Se construye en la relación con todos los actores del campo. Es la otra cara de la representación, además de representados, los actores deben poder sentir que sus trabajos son valorados y que, aunque hoy no sean premiados pueden mejorar lo suficiente para alguna vez llegar a serlo. Ahí es cuando el premio cumple un rol formativo, contribuye a que los actores intenten mejorar su actividad. Pero a su vez, el consenso contribuye al prestigio del premio, ya que al ser valorado por los integrantes del campo puede nutrirse del prestigio que esos actores tienen. Bourdieu diría que el consenso aumenta el capital simbólico del premio. 


Los premios de la Historieta Argentina. 

En la actualidad de la historieta argentina existen tres premios con cierta relevancia, los premios Banda Dibujada que se entregan desde 2011 y según dicen sus organizadores, tienen “el objetivo de promover y difundir la creación y edición de historietas para niños y jóvenes”. Están también los “Premio Trillo”, que “Nombrados en honor del recordado Carlos Trillo, (…) reconocen una destacada labor en el arte secuencial nacional.” Se entregan en el marco de la Crack Bang Boom, la exposición de historieta argentina que se realiza anualmente en la ciudad de Rosario. Y finalmente voy a mencionar los “Premios Cinder” que se autodefinen como “Los primeros premios de difusores, críticos y periodistas de historieta en Argentina para consagrar lo mejor del medio.”
Que cuentan hasta ahora con tres ediciones. Queda por preguntarse si estos tres casos cumplen con las observaciones antes mencionadas y hasta que punto constituyen intervenciones exitosas en el campo de la historieta argentina. Pero para ese análisis es necesario también actualizar la realidad de la historieta argentina, pues el éxito de cualquier intervención esta íntimamente ligada las características del territorio donde interviene.

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