domingo, 4 de octubre de 2020

“The social Dilemma” y el análisis ligero de las redes

Me cuesta creer que podamos escapar del influjo de las redes sociales y sus mecanismos de sujeción sin conocer alguna de sus herramientas de programación. Sin conocer aunque sea el funcionamiento básico de sus algoritmos, o los lenguajes de programación con los que se construyen estas redes. Así como es necesario saber de economía para poder ser libre económicamente, debemos asumir que para ser libre en el mundo virtual (dominado por lenguajes de programación), debemos saber algo de programación. Luego esta el impacto social, para el cual debemos saber algo del funcionamiento social. Y a partir de allí, entender como fue que se constituyo nuestra posición social en esos espacios virtuales. Y así empieza mi primer critica y tal vez la mas importante sobre el documental de Netflix, “The Social Dilemma” (2020, Jeff Orlowski) este documental que ha empezado a circular en estos últimos meses ha despertado muchos debates pero muy pocos argumentos. Y es que la construcción del documental, el carácter de sus argumentos y la forma de las demostraciones dejan mucho que desear. Dudosamente sirva incluso como fuente para un análisis mejor. El documental se construye sobre testimonios de ex empleados de Facebook, Google, e Instagram, todos en suerte de calidad de arrepentidos que vienen a decir básicamente lo mismo “que las redes manipulan”. Pero nadie especifica el funcionamiento de ninguna de las redes, no es lo mismo Twtter, faccebook o instagram. Se confunden todo el tiempo impacto sociales con mecánicas de circulación de información. En ningún momento se menciona como es que estas redes consiguieron convertirse en un modelo de negocio ¿de donde obtienen recursos para financiarse? Se menciona en algún momento Sillicon Valley (un lugar de EEUU que merecería un análisis mas especifico, es la ciudad donde han nacido y se han asentado todas las empresas de tecnología informática norteamericanas), aparece un inversor del que no sabemos como es que invirtió y como es que saco ganancias. Todo se da por supuesto, para que el sentido común lo complete. No se menciona por supuesto al Nasdaq, que es una bolsa especial que inventaron en EEUU en los 70 para generar formas de financiamientos a proyectos tecnológicos de dudosa rentabilidad, hay toda una historia digna de análisis sobre como se fue generando el negocio tecnológico en EEUU, el Nasdaq existe para que exista Silicon Valley. Volviendo al documental, a los testimonios de los arrepentidos, se suman unas escenas de dramatización sobre el impacto de las redes sociales en las vidas de algunas personas (una familia, una nena de color, un chico border) y como suerte de exposición explicativa se nos presenta una dramatización del funcionamiento de la Inteligencia Artificial, donde un actor en una suerte de centro de control, que se parece mucho al puente del Enterprice, manipula a través del celular a un joven indefenso. El algoritmo de búsqueda de Google, que a partir de datos de la experiencias de búsqueda, configura un esquema predictivo de intereses, y debe ser el punto inicial de la nueva era de internet, no merece ningún comentario. Tampoco el sistema operativo Android (también de google) que es el software excluyente de prácticamente todos los celulares y le da a Google una presencia inédita en la vida de todas los usuarios de celulares, no merecen tampoco ningún comentario. Al no explicitar ni interrogar sobre el funcionamiento real de las empresas que comandan estas redes, como se financian, como se vinculan con otras empresas, como venden publicidad, que relación establecen con organismos estatales, como se vinculan con los dispositivos inteligentes, el análisis se vuelve estrictamente superficial y ligero. Así, cuando en un momento se dice que el control que de la información que las redes ofrecen podría permitir que un gobierno totalitario haga cualquier cosa, no se observa que todas las oficinas centrales de control y financiamiento de esas redes están radicadas en EEUU y, por tanto, el único gobierno que podría presionar de manera real y efectiva sobre ellas, es decir sobre sus dueños y a través de ellos en su funcionamiento efectivo, no es otro que el gobierno norteamericano. Pero como el análisis es ligero y superficial este asunto no se presenta nunca, se sostiene en cambio una idea bastante común en el imaginario del norteamericano medio y que se podría expresar como el peligro permanente de una suerte de tendencia al caos. Es que las redes, según este análisis, proveerian herramientas que pueden ser usadas por cualquiera, en cualquier lugar del mundo, para “manipular” a las personas a través de la información que se les brinda. Se dice incluso, en una mueca de horror, que esa posible manipulación es increíblemente barata, como si el costo de la manipulación puede ser un buen filtro. Como si hubiese una manipulación buena, dependiendo de la plata de quien la ejerza. Debo decir que cuando llegue a este punto del documental no pude evitar pensar en el libro “La seducción de los inocentes” del Psicólogo Norteamericano Fredic Wertham, libro que en 1954 condujo a una campaña de persecución y censura sobre la industria de historietas norteamericanas y fue el punto inicial de todo un sistema de control en las industrias culturales. El libro básicamente sostenía que la lectura de algunos comics de terror inclinaba a los chicos hacia el crimen y la perversión. Había incluso una publicidad donde un niño, que luego de leer una historieta salia a matar. La historia terminó con la quema de miles de revistas de historietas y con la formación de oficina de control y censura llamada comics code, sin cuya autorización ninguna revista podía acceder al mercado de circulación masiva. Esto condujo a la quiebra de la editorial EC comics, que era la que publicaba comics de terror con tendencias al publico adulto (es decir la historieta adulta norteamericana fue amputada del mercado, y pudo reaparecer muchísimos años después) A los inocentes, parece, siempre los salva la censura. No hay que esforzarse mucho para encontrar en la historia norteamericana episodios en los cuales los comportamientos sociales son asignados a ciertos consumos culturales y todo se soluciona censurando o prohibiendo. Y no es casual, pensado así, que en el documental, una de las entrevistadas sugiera que la solución al problema sea sencillamente prohibir las redes “como hemos prohibido tantas cosas”. En otro momento la misma señora, dice horrorizada, que Facebook manipuló tanto a la gente, que muchos...¡fueron a votar! Recuerdo ahora que cuando gano Barack Obama, el presidente Norteamericano que bombardeo 7 países en medio oriente y alineó a las derechas latinoamericanas, se decía que uno de los motivos de su victoria, fue el uso inteligente de las redes sociales. Se ve que ahí no se podía hablar de manipulación, las redes eran buenas y estaba bien ir a votar.
Luego de esto el documental incurre en una ensalada de teorías conspirativas, toma el caso de las elecciones norteamericanas (que nunca expone del todo), donde nunca quedo claro de que manera Rusia podía haber intervenido en las elecciones a través de Facebook, siendo que CIA podía entrar en las oficinas de Facebook y apagar todo en cualquier momento. Pero como el análisis es ligero y superficial, y se sostiene la ingenua postura de que cualquier desde cualquier lado puede armar un grupo, poner muchas computadoras, muchos likes y con tres o cuatro boots...¡generar el caos!. En el fondo lo que no se plantea nunca, es que alguien tiene acceso al algoritmo, y puede cambiar su lógica de funcionamiento. Allí esta todo el poder de las redes. Hace un tiempo hice algún análisis sobre esto mismo y creo que fui bastante mas crítico que la gente de Netflix. Entonces me preguntaba sobre como se organizan estos espacios virtuales y como se condiciona el funcionamiento de ese orden. Volviendo al documental, en un momento se cuenta de un país africano donde de alguna manera, una misteriosa manipulación de Facebook permitió un golpe de estado y cuesta creer viendo las imágenes espantosamente rurales y precarias, quede ese país africano pueda tener una red telefónica mínima-mente operativa para el uso masivo de redes sociales. Después alguien dice que las redes pueden contribuir a desestabilizar democracias, y un rato mas tarde, sin solución de continuidad, se dice que las redes bajo el control de los políticos podrían ser monstruosas. Es decir en el primer comentario se defiende a la democracia y en el segundo se la desestabiliza, estigmatizando a principales actores. Los políticos son malos, pero hay que defender la democracias, las empresas son sagradas y los algoritmos, incuestionables, lo malo, parece: es la gente. Como dato de color aparece el senador norteamericano Marco Rubio, hablando sobre lo aislada e in humanizada que esta la sociedad gracias a las redes sociales. Este muchacho, Marco Rubio, es uno de los principales instigadores de las intervenciones militares de EEUU en América latina.
El documental termina siendo una pieza de época, análisis superficial, relaciones económicas y de poder completamente ausentes, un espantoso miedo al libre-albedrio social, y una des-contextualización absoluta de toda historia. Toda la experiencia de análisis que la sociología y la antropología ha creado para estudiar fenómenos semejantes permanece incomunicada al debate. Y el problema termina siendo que, esos misteriosos algoritmos que el documental nunca quiere conocer en combinación con la inteligencia artificial que procesa los datos, no sabemos como, terminan potenciando lo peor de la humanidad, la cual parece que era perfecta y estaba libre de toda manipulación, antes de Facebook.