Si tenemos que pensar el primer concierto de voces en un medio de comunicación, tenemos que pensar en el correo de lectores. Allí, en los primeros diarios, en los albores no solo de la prensa sino de los medios de comunicación mismos, debemos buscar la primer asamblea mediática y por tanto también, el primer aparateo. Pero debemos primero ubicarnos en el contexto de estos primeros pasos de comunicación, o más bien de respuesta, ya que en principio, lo que hace el correo de lectores es habilitar la palabra del público lector, que hasta aquí solo participaba de la comunicación como receptor de mensajes. El correo de lectores no altera la asimetría pero establece un canal de respuesta.
Ahora, ese espacio que nace en el correo de lectores condensa dos aspectos no del todo conectados, por un lado implica la necesidad de los editores del diario de conocer los efectos de sus mensajes (que piensan los lectores, que les gusta, que habría que cambiar) y por otro lado constituye también un objeto del diario, es decir, es también parte de lo que el diario ofrece, es una sección mas junto a las secciones policiales, económicas, deportivas, sociales. Esta dimensión que ocupa el correo de lectores como canal de comunicación y como objeto de comunicación puede terminar por alterar su propia naturaleza. Y nos encontramos con una novedad cuando el editor del correo de lectores puede estar interesado en convertir a la sección en una sección entretenida. El siguiente paso es pensar que para que una sección, donde convergen diversas voces, sea entretenida es necesario que sea también un terreno de disputa. Es decir, una asamblea. Es necesario, para interesar al público lector, que suceda algo entre las voces, que las cartas discutan entre sí. Una pelea siempre es atractiva. Debemos producir una discusión.
No es preciso ser malpensado, la discusión puede resultar naturalmente del mero flujo de cartas y argumentos. Pero ¿qué ocurre si aquello no sucede, que ocurre si entre las cartas que se reciben para el correo de lectores, nos encontramos con un sopor de saludos, felicitaciones y sugerencias? ¿Quién leería un correo tan insípido? El editor entonces tiene un arma secreta, y es que el editor aquí posee no solo el poder del montaje y la omisión (selecciona las cartas que publica y puede sintetizarlas, recortarlas y presentarlas en un orden distinto a su orden de llegada), tiene también un no enunciado poder de palabra. Puede introducir una carta falsa, a nombre de un lector inexistente buscando tocar algún punto sensible en el resto de los lectores, generando así, una respuesta. Si la táctica resulta exitosa, bastara con una sola carta falsa, para que los lectores empiecen a discutir entre sí, primero con el lector ficticio, luego entre ellos mismos. La lógica es simple, X responde al lector falso, luego Y responde a X y allí ya no es preciso volver a intervenir. Un problema puede resultar si el volumen de respuesta no alcanza a generar un debate entre sí, y entonces el editor deberá recurrir nuevamente la figura del falso lector. Pero hasta aquí el aparateo es una cuestión bastante inocente, se trata de animar una discusión sin ningún interés sobre las conclusiones que de la discusión resulte. Se trata de volver entretenida la sección, como objeto del diario. El objetivo, que es el volumen del debate, se ubica en un lugar externo al debate mismo, se trata solamente de buscar que el debate sea de lectura atractiva. Que interese al público lector. La habilidad del editor aquí está en encontrar esa fibra sensible que despierta posiciones encontradas, y una vez activadas, moderar para que la discusión se establezca con argumentos y en términos de agradable lectura.
Otra es la cuestión si la intervención en el debate persigue un resultado especifico sobre las conclusiones que del debate resulten. En esta situación la intervención del editor no es en absoluto inocente, y además posee herramientas cruciales para incidir, tiene el montaje, la omisión y puede además intervenir con cartas falsas aseverando o denostando posiciones. Aquí, como vemos, ya tenemos a todos los elementos del aparateo. Solo nos falta el coro que aparecerá luego ya con las redes sociales. Sucede que la naturaleza del coro, exige intervenciones breves, y la impronta del correo del lectores se establece dentro de otra relación con la lectura y específicamente con la escritura. Vamos a detenernos un poco aquí.
Hay que pensar que en los primeros tiempos, el dominio de la escritura era algo restringido a ciertos sectores de las sociedades. El progreso general, y la revolución industrial fue llevando a la necesidad de alfabetizar a las poblaciones enteras. No vamos a meternos en ese asunto ahora, basta solo observar que la escritura hasta no hace mucho tiempo era practicada con cierto esmero. Nadie escribía una carta de 140 caracteres, las cartas se escribían con alguna aspiración literaria, la escritura venia con cierto valor cultural, de ahí que quien escribía se esmerase en el uso de un lenguaje no cotidiano. Además tenemos que pensar que la escritura epistolar esta muchísimo más mediada que lo que hoy es un e-mail, hay que escribir la carta (que pensamos en una birome y un papel, pero en 1700 no habían librerías, ni biromes), cerrar el sobre, pegar la estampilla, llevarla al correo, y luego de varias semanas el receptor de la carta podrá leerla. Y la mismas mediaciones encontraremos para la respuesta. No sería tan extraños entonces que en los años 20 (por decir una fecha) nadie hablara como escribía . La escritura era mucho más barroca, todavía hoy podemos encontrar personas que a la hora de escribir recurren a formas gramaticales y palabras que no usan en su lenguaje habitual. Por eso no podemos pensar en la figura del "coro" en el correo de lectores. Esa aspiración literaria de la redacción epistolar, sumada a la alta mediación de tiempo y operaciones que había entre cada contacto, forzaba a participaciones extensas, que a su vez competían con el espacio disponible, a diferencia de las redes, el correo de lectores tiene una dimensión finita, independientemente de las paginas que ocupe en el diario, están limitadas. Esta disposición de cosas cambia cuando pasamos al próximo paso, que es el "Diario Digital"
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El diario digital combina la lógica del "correo de lectores" con el funcionamiento de los "foros" de internet. Estos últimos nacieron con los primeros portales y pueden ser vistos como una suerte de antecedentes de las redes. Principalmente consistían en la posibilidad de establecer contactos entre varios sujetos, agrupados por alguna temática, así habían (y todavía hay) foros dedicados a cosas tan variadas como la pintura, marcas de autos, distintos músicos o cualquier consumo cultural. También había (y hay) foros de filosofía o cualquier temática que se nos pueda ocurrir. Lo importante aquí es que en estos espacios se generaba un sistema de interacciones principalmente lingüísticas. Los foros a los que nos referimos aquí, inicialmente solo permitían intercambiar palabras. El diario digital incorpora como novedad, una suerte de foro en cada artículo, que supone un espacio más liviano que el correo de lectores pero mucho más definido que el foro. Aquí las intervenciones están subordinadas al contenido del artículo y proponen con él una relación mucho más directa a la que se podía establecer desde el correo de lectores. Además, hay que notar que las intervenciones, al estar mucho menos mediadas que el universo epistolar (escribir la carta, cerrar el sobre, pegar la estampilla, llevarla al correo, que llegue a destino) pueden ser mucho más breves, y por tanto, emocionales, reactivas e irracionales. Aquí si podemos hablar de "Coro". No hay que buscar mucho para ver una encadenacion de comentarios deliberadamente agresivos contra algún personaje o sobre cualquier temática.Y no debemos ser ingenuos respectos a los objetos de agresión, en el caso de La Nación, por ejemplo, cualquier nota que mencione a algún funcionario del gobierno anterior (económicamente enfrentado a los intereses del diario) es objeto de una catarata de insultos y agresiones que hacen dudar del nivel cultural de los lectores del diario. El nivel de violencia que se observa en los comentarios (particularmente de La Nación y Clarín) es tal que hay quienes han empezado a hablar de "grupos de odio". Pero el error consiste en no observar lo arbitrario y lo consecuente. Por ejemplo ¿no llama la atención que los odiadores seriales coincidan casualmente con la línea editorial del diario? La respuesta obvia seria que si leen La Nación obviamente van a odiar a Cristina. Pero esa relación, es en realidad tan mecánica y obvia, y por otro lado, el tenor debe ser observado. En serio un lector de la nación tiene tan bajo nivel intelectual como para usar palabras como "chorra o Yegua" con tan solo ver la foto de un político que les disgusta. La Nación quiere convencernos que sus lectores son un montón de burros llenos de odio, pero para advertir la farsa debemos prestar atención a la intervención pasiva. Sucede que a diferencia de casi todos los diarios digitales del mundo, los diarios argentinos, no tienen ningún tipo de moderación de comentarios. Basta con ver cualquier nota de The Guardian, El país o el diario digital que se les ocurra para encontrar rápidamente algún comentario suprimido debido a las reglas de ética. Incluso los foros tenían (y tienen) reglas de comportamiento, que enunciadas en lugares visibles advierten sobre los motivos que originan la supresión de alguna intervención. Eso en los diarios digitales de argentina eso no existe.
Imaginemos un lector que no piensa comentar la noticia que lee sobre un político que le desagrada (al diario que lee, y a él también) luego de leer la noticia, subjetivamente negativa sobre el político, ve en los comentarios una catarata de insultos contra ese mismo político. Su reacción inmediata será pensar que en la calle "al político lo odian" y así llegamos al efecto buscado: "la voz de la calle". Y ya advertimos la primer intervención del medio (no moderar comentarios) que da lugar a la segunda, y que ya la hemos delineado en parte: los falsos lectores. Es un secreto a voces en los medios digitales que muchos redactores se dedican también a comentar las noticias con perfiles falsos, con el objetivo (en principio) de animar las interacciones de los lectores. Pero estamos ya en un terreno político, la intervención de los falsos lectores no puede ser vista como una estrategia editorial, aquí es una táctica política. El falso lector reafirma la subjetividad de la nota, sugiriendo una lectura ideológicamente afín, así va marcando el horizonte de las interpretaciones posibles, anticipa la conclusión.
También tenemos al coro, que cumple la función de multiplicar ese comentario (en principio en forma semejante, parafraseando la idea general) para llegar a la sensación de la "voz de la calle", ese "al político lo odian" se expresa en la repetición de comentarios agresivos. Si nuestro lector imaginario, coincide (como suponemos) con la línea editorial del medio, reafirmara sus ideas. Si no coincide, ha sido intimidado para no participar del debate. Una tercera persona que observa el debate sin posición tomada, influido por subjetividad de la nota, repasara las reacciones de los lectores (que activan como conclusión unánime de los otros, conclusión de la calle) y terminara inclinado al pensamiento del medio. El coro ha cumplido su función.
Vivir y odiar en la red
Se ha difundido mucho el concepto de Troll para definir a aquellas cuentas de usuarios falsos de las redes sociales. Estos usuarios intervienen replicando mensajes específicos, es decir, llevando mensajes, o bien agrediendo directamente a determinados sujetos. En otras palabras celebrando unas intervenciones y atacando otras, intimidando. La función pura del coro. Alcanza con revisar los twitt y comentarios de algún político enfrentado con los medios de comunicación para encontrar inmediatamente un coro, sugestivamente coordinado de mensajes agraviantes, cuando no puras amenazas. Si uno revisa aquellas cuentas de los troll, encontrara nombres ficticios, casi ningún dato biográfico, alguna foto recurrente, y en las cuentas con mayor trayectoria, solo y únicamente posteos de tenor político y reposteos de algunos funcionarios afines a los medios de comunicación. Queda claro que dudosamente se trata de usuarios reales, sino meros dispositivos de propaganda e intimidación política.
Un caso testigo
En octubre de 2017, Nora Cortiñas fue invitada a la Universidad De Cambridge a dar algunas charlas sobre las agrupación de Madres de Plaza de mayo, que ella integra como fundadora. Durante su estadía en Londres fue constantemente atacada desde las redes sociales, en una nota de Pagina 12 (10/11/2017) firmada por Marcelo Justo se podía leer
"Esta persecución se extendió a los artífices de la visita de Cortiñas, la Argentina Solidarity Campaign del Reino Unido. A Martina, argentina, miembro de la campaña, un troll con el nombre de “Hegeliano” le advirtió que sabía perfectamente dónde estaba y qué peligros podía correr. “Cuidado con los ataques de ácido, los lorrys (sic)y los muslims en general. No podría dormir si te pasa algo”, le dice Hegeliano."
Marcelo Justo observaba también algunos de los mensajes contra Cortiñas y algunos nombres de usuarios:
"vi identidades de fantasía como El Feo@Elfeo1975 que escribía indignado “quién le paga el viaje a Londres a la vieja Nora Cortiñas”, o a Meduxa@MarielaMeduxa quien saltaba sin más al insulto explícito: “otra HIJA DE PUTA. Nora Cortiñas, hablando mal de nuestro país en Londres. Dice que los ingleses son solidarios y tuvimos una guerra, AY QUE HDP!”."
y un detalle llamativo:
"Los Trolls tienen horarios de oficina: la actividad decae mucho el sábado y domingo. Al parecer están protegidos por las normas vigentes al momento de escribir esta nota y pueden gozar de fines de semana para pasear o ver a sus familias"
El asunto llamo la atención de académicos ingleses y poco tiempo después se fue encadenando con una serie de ataques a personas relacionadas a los Derechos humanos. Los ataques llegaron incluso a Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional en argentina. Tal vez por esa escalada Amnistía Internacional convoco a especialistas en comunicación, entre los que figuraban Martin Becerra, Luciano Galup y Juan Pablo Pilorget, para realizar un informe sobre estos ciberataques. Así se realizo sobre un relevamiento de 354.000 twits. Los resultados se dieron a conocer en marzo de este año y fue motivo notas en varios medios. Hubo una en Infobae y otra en Página 12. La nota de infobae es bastante caprichosa, no menciona por ejemplo, los nombres de los especialistas y cita muy pocos fragmentos textuales del informe propiamente dicho. Menciona como objetivo de los ataques a figuras que en el informe ocupan otro rol (el de generadores de contenido y cuentas testigo) y omite toda mención a la simpatía oficialista de los grupos de odio. La nota de Pagina 12 en cambio es bastante más precisa. Allí se usa el termino de cibertropa para designar estos grupos.
"AI (amnistía Internacional) detectó regularidades en el modus operandi de las agresiones: “la coordinación –temporal y temática- se realiza mediante la participación de algún guía o figura autorizada por su relevancia dentro del segmento de cuentas afines al oficialismo nacional que funcionan como habilitadoras de un entorno discursivo”. El un segundo momento, que corresponde al ataque serial, “no expone -aunque hay excepciones- a referentes oficialistas en el frente de las provocaciones, sino que los recursos que se despliegan son trolls y bots, es decir cuentas que combinan contenidos generados por usuarios genuinos, destinados a profundizar la agresión, con actividades de retweeteo y faveo orientada a dotar de mayor relevancia y escala el ataque donde se despliegan intervenciones automatizadas y semiautomatizadas”.
En el informe queda claro que las actividades de estos troll están coordinadas y exhiben patrones reconocibles, lo que permitiría suponer no solo financiamiento sino objetivos políticos también. Sostiene la nota
"hay “agentes de diferente rango”: están los habilitadores y los replicadores. Los “habilitadores” construyen el escenario en el que se identifica al objeto de hostigamiento y realizan una intervención que funciona como autorización para el acoso. Luego, se produce el ataque serial con cuentas anónimas o automatizadas y perfiles que, como “células dormidas”, se activan sólo para participar de la agresión."
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