domingo, 3 de enero de 2016

Entrevista Alejandro Farias (19/12/2011)

Para entender el aporte de Alejandro Farías a la historieta argentina hay que pensar un poco de dónde viene. Estudió Letras y casi por casualidad terminó haciendo una historieta. Según cuenta, en una reunión conoció al dibujante Federico Mariño y le dijo que siempre había querido hacer una historieta. Así nació el fanzine Dies Mercuri en el 2003, que llegó al número 8 y en el que participaron muchos dibujantes. Pero hacia el 2008 Alejandro termina esa aventura para fundar junto a Marcos Vergara el sello Loco Rabia, editan ese mismo año el libro Traición y comienzan una interesante experiencia editorial que ya suma más de veinte libros publicados. Es importante mencionar que además de su obra como guionista ya ha publicado tres libros de literatura, dos novelas y uno de poesía. A esta altura Alejandro es un importante actor de la historieta local, y tal vez gran parte de su contribución tenga que ver con las miradas y sensibilidades que trae desde fuera del mundo de la historieta.

¿Qué cosa particular ves que traés desde la literatura?


Yo a veces me siento como un bicho medio raro en nuestro pequeño universo de la historieta. Primero no soy un gran lector de historieta. No sé, todo los superhéroes, toda la llegada yanqui de historieta yo nunca la consumí, digamos. Y por otro lado al comic europeo llegué grande. Estoy leyendo más ahora que antes. Me acerco a escribir historieta desde lo que yo venía leyendo, que era más que nada literatura, poesía. Mi universo está más armado desde lo literario. Por un lado es como mi aporte y por otro lado a veces digo, bueno, quizás estoy como muy incómodo en esta posición, digo, no sé si gusta o no gusta, si está dentro de lo que se espera, tampoco me lo planteo, es lo que me sale a mí escribir. Es muy difícil entrar al mundo de la historieta como guionista. Para el dibujante es mucho más fácil. Como guionista, dependés primero de que un dibujante confíe en tu trabajo, y también el nivel de dibujantes que conseguís es el que más o menos da cuenta de tu trabajo, porque si vos tenés un guión brillante pero un dibujante más o menos, se cae, o viceversa. Entonces es como difícil entrar ahí. Y mismo para entrar en las revistas o para laburar, es más fácil para el dibujante. De hecho la nueva camada de historietistas más o menos reconocidos son historietistas que escriben más sobre lo cotidiano, pero desde una sensibilidad del dibujo.

¿Cómo trabajas una historia?

La primera novela gráfica, digamos, que fue lo más largo, era Cambalache, que empecé a publicar en el blog de La Productora con Guillermo Lizarzuay y quedó trunca digamos. Y después ahora la iba a hacer Nicolás Brondo, y no sé en qué anda eso. Pero la tuve que reformular toda, porque la primer vez fui muy esquemático. O sea, tenía en mente todo lo que quería hacer, y lo escribí todo. Y era como cuadrada la historia. Entonces me inventé un método que es el que me sirve a mí; armo esquemas rizomáticos, si querés. Me pongo los puntos fuertes de la historia, o sea, inicio, a dónde quiero que llegue y demás. Y más o menos sé, pero como que trato de que el personaje no sepa. Yo sí como autor sé, pero el personaje no. Muchas veces me va pasando que entre lo que yo pensaba que iba a pasar y el siguiente punto aparecen cosas nuevas, porque es como que lo dejé más librado. Entonces el personaje, de golpe, me doy cuenta de que tuvo una reacción que no era la que yo esperaba; entonces tengo que dar otra vuelta. Y no las escribo de un saque. Escribo, ponele, de un punto al otro. Se la paso al dibujante. Cuando la termina, recién ahí voy del otro punto al otro. Entonces se me van como ocurriendo más cosas en el medio, o mirando el dibujo. Trato de no ser tan esquemático.

¿Con lo de rizomático a qué te referís?


A eso, que permito que se agreguen cosas. Ahora estoy escribiendo mucho. El blog me ayudó mucho a eso, era muy cuadrado, ¿viste? El personaje A se levanta, va. Y ahora entre que se levanta y va, se me van ocurriendo cosas. O como guionista trato de generar cosas para mí, digamos. Algunos desafíos, puntos de vista distintos o generar algún clima de silencio que me permita pensar en la acción del dibujo. Si no, como que el guionista a veces se olvida de que eso está pasando visualmente, trato de jugar con eso.

¿Y las observaciones para los dibujantes cómo vienen?

No, nada. Escribo “Ricardo y Alejandro están sentados en un café hablando”, punto. Y después lo que hago mucho es, una vez que me lo devuelven, toqueteo mucho el guion. Soy medio hinchapelotas. Porque de golpe me lo devolviste y me doy cuenta de que un montón de frases ya están en el dibujo, o las escribí rápido y no hay concordancia de verbos, esas boludeces. Empiezo como a corregir una parte.

¿Cómo es la alternancia entre la literatura y la historieta?

Muchas veces lo que estoy haciendo es pasar cuentos cortos a historieta, pero no al revés. Nunca hice la inversa, pasar de un guión a cuento. Y por otro lado siempre me propuse que, o sea, quiero tener un libro por año mío. Por eso las antologías, porque las novelas con los dibujantes duran años, entonces estas antologías que me armo, Mi Buenos Aires querido o La fábrica, son más que nada para eso. Para lograr armarme un libro por año. Y de novela trato de tener una novela escrita cada dos años. Y ahora tengo una inédita que estoy presentando a concursos y todo. Y estoy escribiendo otra. Pero son dos universos completamente distintos para mí. Antes no lo veía tan así. Pero cuando vas como adquiriendo el ritmo, vas como en la historieta volcando cada vez menos palabras y quizás en la novela también. A mí me enseñó mucho la historieta a generar un poco más de clima en la novela. Antes era como muy de pensamiento mi novela, ahora es como que estoy metiendo más acción. Fue al revés la enseñanza. Más a desarrollar el personaje. Mis personajes antes pensaban muchísimo y ahora viven más. De hecho la novela que tengo ahora terminada es un intermedio, y en la que estoy escribiendo ahora me doy cuenta de que ya dejé la primera persona. Hay más descripciones.

Sobre la experiencia de los fanzines. Contá un poco sobre Dies Mercuri.


Imaginate que yo empecé acá sin conocer a nadie, saqué el primer número de Dies Mercuri y dije “¿Y ahora qué mierda hago?” (risas). Porque la verdad era esa, fui a un par de comiquerías y no tenía ni idea de cómo. Yo alquilaba una casa con un amigo en San Isidro porque laburaba en el teatro de allá y me enteré de que había un evento en Vicente López , en una escuela, y fui. No entendía nada, imaginate que era la primera vez que veía pibes disfrazados. Caí ahí en una mesa, no entendía nada, aparecían chabones con espadas gigantes pegándose, vestidos de personajes que yo no conocía, porque tampoco tenía mucho acercamiento al manga. Y dije “No, me equivoqué, ¿qué es esto?”. Y después de insistir en eventos, conocí a los de La Productora y ellos me empezaron como a pasar data, que fuera a San Nicolás, en ese momento se hacía el evento en Santiago del Estero, ir como empezando a recorrer... Y me armé como un grupo de amigos, como que se armó un pequeño núcleo, donde más o menos uno compartía experiencias. Y encontré con quién compartir, al principio estaba muy perdido. Y después en un momento me di cuenta de que imprimir la revista me costaba lo mismo que una impresora buena, compré la impresora para sacar tirada de a mano y no sacar de a trescientos que después tiraba todos porque no sabía qué hacer. Hasta que me di cuenta de que a mí ya no me cerraba ese círculo del fanzine. A mí me pasaba que ni los guardaba, leía uno de alguien que me gustaba y después en algún momento a los seis meses ordenando la biblioteca decía “¿Y esto?”, papeles incómodos, los terminaba tirando. Y ahí fue que decidí pasar al libro. Y armamos Traición, que fue el primer libro de Loco Rabia.

¿Cómo nace Loco Rabia?

Con estos chicos que habíamos conocido. Empezaron como a surgir algunos libros. Apareció Fierro de vuelta y con Marcos decíamos “Qué lástima que todo lo que hicimos está en fotocopias… Estaría bueno hacer algo entre este grupo de amigos”. Nos juntábamos mucho a comer asado, era como que se había hecho un vínculo. Se me ocurrió la premisa de Traición, que cada grupo la manejara como quisiera y lo armamos por los grupos de cada uno: La Productora, la UNHIL, Belerofonte de Uruguay, Dies Mercuri que todavía seguía como revista... Estaba Max Aguirre que era más amigo de ellos y se sumó también.
Y ahí sacamos ese libro y después cuando conseguimos encontrar distribuidora, a través del contacto con una conocida lo logramos meter en Yenny y dijimos “Bueno, empecemos a sacar libros, ya armamos todo”, y aparte se vendía más. Quiero decir, no cuesta mucho más que un fanzine si hacés bien el fanzine... Quizás también terminás empatado en cero, pero eso es otra sensación, es como otra cosa.

Pasa en parte por el prestigio...

Sí, por un lado, y también que queda el libro. Yo nunca tiré un libro de historieta, y fanzines tiré, por más que me gustaban. Porque ya llega un momento en que se me metían para adentro de la biblioteca y no sabía qué hacer con eso (risas). Y además al ser algo visual, con el tiempo te vas dando cuenta de que la impresión también juega en el valor del material. Quizás es un prejuicio, pero la gente también lo tiene.

Otra cosa que tenia Traición, que vos escribís en el prólogo, es esto de ser testimonio de una época.

Sí, yo en verdad lo aclaro un poco en el prólogo. Porque yo como que me metí por la ventana, yo no estuve peleando en los 90 como todo este grupo… Peleándola en el sentido de que abrieron lugares. Bueno, La Productora hizo el evento de Frontera, digamos que yo entré tarde, yo empecé en el 2003, donde ya más o menos la época de sequía absoluta había pasado y empezaban a asomar algunos libros. Yo entré justo en esa bisagra. Fue un poco más un acto de justica para los demás que para mí. Pero por otro lado, ellos me parece que venían tan metidos en eso que no veían la posibilidad de hacer un libro y yo como que entré con otra energía. No tan cansado de estar diez años haciendo fanzines. Quizás fue necesario que yo entrara como una energía distinta. Se sumaron todos enseguida pero no existía en la cabeza de ellos la posibilidad de hacer un libro.
De todos los editores, sos uno de los que mejor aprovecha el aspecto cultural de la historieta, esto de buscar apoyo del estado, la ley de mecenazgo…
Esto que te digo, que a veces me siento medio descolocado. Yo veo Fierro, veo los espacios que hay y no me siento… No sé cómo entrar, básicamente. Estoy como incómodo en esa posición, entonces como que busqué otro camino. Y encontré por un lado que hay formas de que… Primero, como vengo de otra formación, como veníamos hablando, pienso en otros lectores también. Pero no es algo que hago a propósito. Así como yo, que vengo de la literatura, me intereso en la historieta, debe haber un montón a los que si uno se les acerca… Y por otro lado me parece que realmente la historieta no se diferencia de la literatura, el teatro, el cine. Una buena historieta es como un buen libro, una buena película. Y hay un montón de espacios dentro del gobierno, del estado, que culturalmente creo que se pueden aprovechar.

A veces pareciera que tenemos asumido que la historieta es cultura, pero no asumimos las consecuencias de pensar eso.

Lo que pasa es que cuando yo pienso esto como cultura no lo pienso como industria. Yo me estoy acercando a todos estos lugares no para ganar plata o para generar un negocio, sino para conseguir culturalmente que la historieta se instale. Ponele, el primer acercamiento fue con el Fondo Nacional de las Artes, donde no hay un género específicamente de historieta y entonces yo digo por qué, tiene que haber una manera de entrar ahí. Que lo bueno es que te dan una plata no para que imprimas el libro, es una beca de creación, te dan una guita para que vos te dediques a comprar los materiales, a estudiar y a sentarte a hacer la obra. Entonces yo busqué… También otra cosa que yo venía en ese momento pensando es que todo el mundo cuando pasa literatura a novela gráfica hace una cosa muy textual, no le suma a la historieta y encima le resta a la novela original. Vos lees Dostoievski en historieta y no le hicieron un aporte, loco. Entonces dije, bueno, voy a tratar, así como un artista plástico hace una instalación, se mete en un ambiente para cambiarlo... bueno, voy a agarrar una novela y le voy a agregar una historia a esa novela, voy a jugar con esa novela, y me propuse entrar en literatura en el Fondo Nacional de las Artes como guión, y entré. Uno tiene que buscarle la vuelta.

Los blogs, los soportes digitales. Ya habías dicho que el blog te ayudó a aumentar la producción. ¿Cómo incorporás la tecnología?

A mí el blog me permitió experimentar, aprender a escribir básicamente historieta. Hoy en día estoy sacando una historieta por día en el blog con distintos dibujantes. Me permite como explorar distintos géneros y a la vez aprendés. Es un espacio donde uno experimenta básicamente, donde uno es su propio director, donde uno puede hacer lo que quiera y vas ganando como metros. Hay artistas que lo saben usar muy bien. Las redes sociales y todo. Tienen un manejo muy piola de todo, más allá de si son buenos o no. Manejan muy bien la comunicación. Postean todos los días, comentan y comentan los blogs de otros. Saben generarse su ida y vuelta, vos ves en el facebook que meten comentarios polémicos cada dos por tres, que saben generarlo y que está perfecto, es una estrategia perfecta. Yo no sé hacer eso. A mí me sirvieron mucho los blogs para conocer dibujantes. Varios de lo que están ahora trabajando en el blog los conocí por internet.

¿Qué implica como editor, en términos de ganancia, publicar un libro, y también en términos de prestigio?

Nosotros, por el camino que hicimos, somos muy propensos a emocionarnos con autores nuevos, pero nos dimos cuenta de que para poder editarlos teníamos que mecharlo con algo que vendiera un poco más, simplemente para que la rueda no se cortara. Y porque nosotros pusimos una plata inicial y dijimos “Bueno, hasta acá; a partir de acá que los libros se paguen solos”. Entonces tenemos que mechar libros desconocidos con libros más conocidos. Y creo que fue funcionando. Ganancias no creo que tengamos nunca, pero hoy en día la rueda está hecha. Los libros se pagan solos. Y otra cosa es la difusión, que es lo que queremos trabajar. Solamente hay tres o cuatro espacios, están Cuadritos de Valenzuela, el espacio de Accorsi 365 comics por año, Télam que siempre nos publica alguna reseña o nota de cualquier cosa que saquemos. Y sumar artistas más conocidos también le da prestigio a la editorial.

¿Llegaste a vivir de la historieta?

Recién ahora estoy empezando a tener algún trabajo que me agregue un extra, que para mí es re importante eso. Por otro lado yo a veces trabajo de redactor freelance.
¿Te ves trabajando en la historieta a corto plazo?
A mí me encantaría pero lo veo difícil, muy pocos laburos por encargo tuve hasta ahora como para demostrarme a mí que puedo, o demostrarles a los demás.

¿Y de la editorial?

De la editorial para mí en algún momento vamos a poder sacar un plus, si la rueda sigue bien. Pero como básicamente lo que hacemos es para difundir esto, yo supongo que en vez de quedarnos con el plus sacaremos, en vez de cinco libros, dos libros más.

Muchas gracias.



Esta entrevista se publicó originalmente en la Revista Noviembre Segunda Etapa a finales de 2011.

3 comentarios:

Inés Dirube dijo...

muy buena entrevista. Graciasssssss

Ricardo De Luca dijo...

Gracias por leer.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Llegué desde el blog Kebondi.
Y comparto que es muy buena la entrevista. Además de conocer a un guionista.
Es interesante eso de que haya llegado a la historieta por casualidad, desde la literatura. Y lo de lo rizomatico, palabra que no conocía. Es un buen recurso.
Y lo del desafío que es publicar, tal vez más que dibujar o que escribir.
Saludos.