domingo, 30 de septiembre de 2012

Las Generaciones Aisladas

En un lugar marginal del quiosco de revistas, algún espacio inaccesible para cualquier joven lector, tal vez cerca de las revistas pornográficas, descansaban en su ultima etapa, la revistas de Columba. Las tapas de Alfredo De La Maria, inmortales en su calidad técnica y artística, parecían sin embrago añejas ante un discurso nuevo. Una nueva invasión que se había apoderado del espacio comercial de la cultura argentina. Y había trastocado también, su público. Era el año 1996 yo compraba un numero de FANTASIA nuevo y viejo al mismo tiempo, una re-edición de viejas tapas, viejas historietas en un mercado que solo atinaba a esconder y excluir. Casi paralelo a esto, en 1995 Canal trece, que para entonces ya integraba un parte importante del multimedio clarín comenzó a emitir “Tiempo de Siembra”, conducido por Pancho Ibáñez, el programa proclamaba “premiar el saber”, su mayor anunciante la AFJP Siembra, constituida por un indescifrable numero de capitales financieros formo parte de esa inmensa estafa que fue una encubierta privatización de los aportes previsionales. Pero mas allá de eso, el programa consistían en una suerte de concurso de preguntas y respuestas, solo que eran los participantes, quienes decidían el universo de conocimiento sobre el cual debían responder. Si no me equivoco fueron varios los concursantes que eligieron historieta argentina como campo de conocimiento. Cada participante tenía una presentación, donde, como nota de color se lo mostraba en distintas facetas de su vida cotidiana.



En una de esas presentaciones, uno de los protagonistas resulto ser un empleado de editorial Columba, en las imágenes se lo veía llevando originales en una oficina. Terminada la presentación, pancho Ibáñez dijo algo como “esa editorial es conocida, sino me equivoco es editorial Columba”. Enseguida pidió perdón por pasar un chivo gratuito. Habrá sido esa, la única vez que en plena década del 90, en los medios masivos de comunicación se menciono a editorial Columba. La historieta argentina existía. Fue un error y se pidió perdón. A nadie se le ocurre que mencionar a Batman o a Superman o la DC comic o Marvel, sea un chivo gratuito. Pero decir Columba puede tener un costo. La cultura Norteamericana, parece, no paga derechos de autor, no al menos cuando de promocionarla se trata.

He escrito algo sobre la intervención en la Cultura, sobre que lo que ha hecho y que no ha hecho Columba para que sus personajes y sus obras trascendieran los límites de la misma editorial. Por lo general se reduce a una cuestion de epoca, Columba quedo en el pasado, con viejas modas. Hay uan explicaion temporal: paso el tiempo. El publico cambio, y cambiaron tambien los habitos culturales. Seguramente fue asi, pero hay procesos sociales, acontecimientos historicos que acompañan y aveces determinan los habitos de consumo. Los productos culturales no solo se producen sino que tambien se construyen simbolicamente. Y en su construccion establecen conexiones con distintos publico. No es solamente lo que pasa dentro de la geografia misma de la obra, sino el lugar que ocupa dentro de la sociedad que la consume. Lo que me interesa aquí es pensar un poco sobre las consecuencias que la supresión de la historieta argentina encubre. Pensando en términos de vínculos con distintos públicos,

Los vínculos perdidos.


Toda una generación vivió la invasión del comic, un proceso en el cual se construyó una categoría y se negó otra. La concentracion mundial de empresas mediaticas, la construccion de grandes multinacionales de cultura tuvo mucho que ver en eso. Se inauguró un género con sus abanderados, Batman, Superman, esos personajes que se podían nombrar sin pagar regalías. Pero se la construyo en la negación de otra, la "vieja" historieta argentina. Oculta y añeja paso a ser el “otro” de nuestra cultura, y se le asigno un periodo temporal preciso, la decada del 50.

Ahora, la construcción del comic como producto cultural, en los 90, se formulo en los términos de lo adulto. El “comic” que llegaba comenzaba a plantearse como adulto, alli donde se producia, y discutía con el publico, que se le habia asignado. Algo tuvo que ver el Comic Code, en aquella formulacion de la industria noerteamericana. Alla el comic era una lectura infantil, como tal se la trato y se la regulo dentro de un sistema especifico de censuras. Que suponia que los que se leia influia decisivamente en el comportamiento infantil.
Algo cambio en los 80, tal vez porque el publico fue creciendo y las editoriales no quisieron perderlo, o tal vez porque que los chicos que crecieron leyendo historietas y habian empezado a producirla no aceptaban que haya que dejar de leer al crecer. Fue cuando en Estados Unidos las editoriales buscaron (atentas a los cambios) consolidar un público adulto, y en el mismo movimento se reformularon ante los desplantes artisticos de la salvaje y creativa generacion de autores de los 80. Es la epoca del Dark Knight, de Wachtmen.
Ese es el comic que llego a la Argentina y sobre el cual se empezo a constitur esa nueva categoria de historieta. Una sobre otra.

Pero sucede que la historieta en la argentina nunca fue del todo infantil. O no se reformulo en esos términos, es que aca no hubo un Comic Code. Ni el estado le presto jamas atencion a la produccion cultural. POr eso capaz nunca hubo un aceitado mecanismo de censura, pero tampoco una regulacion de proteccion y desarrollo.

Ya decía Morhain en la revista cine portátil que Columba discriminaba lectores por estratos sociales. Vuelvo a Citar “Columba tenia absolutamente compartimentada a la sociedad. La revista mas baja, para gente en general era Fantasía. El segundo estamento era El Tony. Para los profesionales, la clase media, etc. Estaba D’Artagnan” Fíjense, profesionales, clases medias, no se habla de niños.


El público desde las publicidades.


Revisando un anuario de la revista intervalo del año 1950, encuentro publicidades muy dispares. Una propaganda de bicicletas Raleigh “bicicletas de categoría”, de un equipo sonoro RCA Victor “¡se acabaron los problemas del equipo amplificador!” una Joyería “Palmieri hns” calzado femenino “el Chic” “no regalamos pero si vendemos barato”; crema de belleza femenina “grato a la caricia, suave a la mirada” la publicidad reza “la seducción de la belleza radica esencialmente en la ternura de su cutis”; Trajes Braulio “este es mi otro traje”, hay también propagandas de Fernet Branca, de Toddy; de Glostora. En otro anuario pero de 1953 hay una aviso de una maquina de coser que dice “gane $2.500 por mes y que su aguinaldo rinda ganancias” Hay escuelas de dibujo, fotografía, electrónica. En una Patoruzu de noviembre de 1964 me sorprendo con dos publicidades de Armas “pistolas automáticas Bersa. Modernas- seguras-eficaces”. Si creemos que la historieta fue un territorio infantil, deberíamos creer que los chicos de los años 50-60 eran algo complicaditos, tomaban Fernet, usaban traje, compraban y vendían joyas, estaban preocupados por el cutis y andaban armados.




En realidad lo que notamos es que el público era mucho más heterogéneo. Se ha dicho que la historieta ocupaba el rol que luego tuvo la televisión, las publicidades parecen demostrar eso. Pero demostrarlo implica algo más, significa que la publicación se había relacionado a un púbico que no se discriminaba por su edad. Habría que analizar en que momento el público de la historieta se fue decantando y se la asigno como lectura infantil. Sospecho que esta asociación (artificial en nuestro mercado) vino dentro del paquete del comic. Perdimos una historieta para todas las edades y nos trajimos a los superhéroes que leían los chicos en Estados Unidos. En su reformulación adulta de los 80, pero con su asignación originaria de lectura infantil. Trajimos un producto que se objetaba a si mismo y nos planteamos problemas que nunca fueron nuestros

El oficio como puente.

Las revistas de Columba quedaron en el sector adulto del quiosco, donde miraban los profesionales, abogados, laburantes de la clase media. Donde no buscarían los nuevos lectores. Estos se formaron dentro de la sociedad del Comic. De ahí llego una nueva generación de historietistas. Y como era de esperarse, los hijos del comic sabían muy poco de las editoriales argentinas, que se habían constituido en lo masivo y estaban desapareciendo. A fuerza de querer profesionalizarse, conocieron a los viejos.



Queriendo aprender a dibujar Batman descubrieron al dibujante de Sonoman. Los autores de la historieta antes del comic, no habían desaparecido, algunos precarizados en la docencia mantenían, en secreto, oculta, una escuela de producción ahora directamente relacionada al exterior y completamente escindida de la realidad cultural del país. Un oficio a descubrir. El contexto de formación, pienso, vinculo las generaciones que la irrupción del comic (con todo lo que eso significa) aisló.

5 comentarios:

tom tom dijo...

me cuesta mucho convertir mis pensamientos en palabras coherentes

haber, voy a intentarlo:

cuando uno dice "infantil" con mala leche esta descalificando mas que describiendo, esa actitud creo que mas bien pasa por el desprecio de la elite por la cultura popular

ahora esa misma elite concidera que la historieta es un arte, pero, oh, casualidad, la historieta a dejado de ser popular

Ricardo De Luca dijo...

es un buen punto. Pero en realidad creo que son dos campos distintos. Uno tiene mas que ver con cierta jerarquizacion, un fetichismo de los generos. Donde las elites tienen la palabra privilegiada y pueden por eso, convertir sus gustos en alta cultura. pero la asignacion de los generos a los publicos, que es un poco tambien las constitucion de distintos publicos, capaz pasa por otro lado. Lo pienso como un proceso historico mas complejo.Donde juegan las editoriales, las cámaras editoriales, las instituciones, la publicidad y las politicas estatales tienen un papel decisivo.

Lo de infantil no se si viene por desprecio, habria que estudiar bien de donde viene esa asociación.

gracias por leer Tomas. Abrazo

Giaquinta dijo...

A mí me tocó ser parte de esta generación que creció leyendo los comics de Batman (en particular las sagas Contagio y Legado), publicados por Editorial Vid de México. Aunque mi camino particular tuvo un poco más de vueltas porque hubo tres años a puro manga de por medio, y un poco más antes de empezar a explorar la historieta argentina del período clásico.

Esto también se relaciona y se enmarca con cierta desvalorización de "lo argentino" ocurrida durante la década del 90; algo que veo incluso en parte del público contemporáneo de comics y manga.

Ricardo De Luca dijo...

Muy buen comentario Nico. Esa desvalorización de lo argentino seguro juega un papel. El pensamiento único de los 90, con su mezcla de tenocracia y desprecio viene muy de la mano con todo esto. Es como el discurso asociado a la desaparición de la historieta y la emergencia del comic. El desprecio a lo argentino igual viene de antes, ya jaureche escribía sobre eso. Como una subordinación simbólica de una identidad para subordinar un pueblo (digo con aires revolucionarios, como lo diría jaureche)

Ricardo De Luca dijo...

Muy buen comentario Nico. Esa desvalorización de lo argentino seguro juega un papel. El pensamiento único de los 90, con su mezcla de tenocracia y desprecio viene muy de la mano con todo esto. Es como el discurso asociado a la desaparición de la historieta y la emergencia del comic. El desprecio a lo argentino igual viene de antes, ya jaureche escribía sobre eso. Como una subordinación simbólica de una identidad para subordinar un pueblo (digo con aires revolucionarios, como lo diría jaureche)