domingo, 8 de julio de 2012

Información e integración geográfica. Las formas nacionales de la desinformación.

Que en la argentina se informa mal es algo que vengo diciendo ya demasiadas veces. Que esa desinformación tiene consecuencias no solo políticas sino culturales es algo que también vengo intentando observar. Esa sistemática selección de acontecimientos noticiables implica una también sistemática omisión de acontecimientos, de realidades que no forman parte de la noticia. Pero ser parte de la noticia en términos simbólicos es algo mas que perderse de estar en la tapa de los diarios, significa no participar de lo masivo. Y es que los medios masivos de comunicación representan una realidad, y hablando en términos de reflexividad: la construyen. Hay un mundo que existe leyendo los diarios, que podemos imaginar a partir de ellos. Y hay también otro mundo, uno mas complejo, donde vivimos. “El País que no miramos” se llamaba un programa de televisión, pero el país que no miramos es en cierto sentido el país que no nos muestran. Los análisis de la industria cultural, que por algún extraño motivo suelen apartarse del análisis de los medios de comunicación, tienden a relativizar este hecho. La noticia, la subjetividad de la noticia, el criterio de lo que puede y debe ser noticia, permanece incomunicado del mundo de la cultura. La conclusión es sencilla, hay que cosas que no son noticia. Y por tanto no van a participar de lo masivo. No vamos a leer de ellas en los diarios, es como si nunca hubiesen existido. Las culturas originarias, los movimientos artísticos, la vida de las provincias. Ese mundo que construyen los medios de comunicación se revela inicialmente incompleto. En esta clave estoy intentando pensar la realidad de la historieta argentina, que no solo desapareció del mundo de los negocios editoriales sino que despareció también de las representaciones de lo masivo. Pero hoy no voy a hablar de historietas, sino de otras consecuencias de la desinformación. Las otras realidades que la dictadura de la noticia han sabido reprimir. Las otras consecuencias de la desinformación.




Imaginar la nación



En ocasiones vemos programas periodísticos que nos muestran la “otra argentina”. Periodistas viajando a las provincias, que nos cuentan historias de rutas, de paisajes. El interior del país parece que es eso: rutas y paisajes. En ocasiones aquellos programas se comprometen un poco mas y agregan al comentario de las rutas y los paisajes, la historia del pasado. Entonces aparece Mario Markic, en el camino, relatando las historias de los pueblos que hoy son olvidados, historias de injusticias pasadas. Jubilados del ferrocarril testimoniando los rastros una argentina lejana, tal vez un poco mas justa. Del presente no sabemos nada. La historia de las provincias es una historia del pasado. A veces el pasado es todavía más remoto, y hablamos de virreyes y hoteles de inmigrantes. Sin embargo, lo que queda muy claro es que no hay noticia en el presente. La vida de la provincia, es una vida pasada. En esta misma línea de representaciones televisivas de la vida provincial esta el relato de injusticias. Pienso en el programa de Malnatti “argentina desde adentro” donde un periodista viaja a ese mundo desconocido por todos nosotros, “los ciudadanos del centro” y nos muestra las provincias. A menudo hay un relato de injusticias y desastres no demasiados lejanos en el tiempo.




El ferrocarril empezó a cerrar ramales en la década del 90. Porque los grandes medios, que ya existían cuando los desastres se estaban ocasionando, no fueron entonces. Porque van hoy cuando la injusticia es una historia pasada. Y la pregunta ahora es porque el desierto sigue siendo desierto. Porque hay un mundo desconocido para los medios nacionales. Porque no hay noticias en las provincias. Nuestros medios masivos de comunicación, los grandes diarios naciones (que son apenas dos) establecen con el interior una comunicación de una sola dirección de centro al interior. Tenemos que enviar, cada tanto, un aventurero para que nos muestre que pasa allá, en el interior, porque no estamos allá. Y este no estar es puramente simbólico, estamos más cerca de Hollywood que de Catamarca. Es infinitamente mas lo que sabemos de Washington que de Tucumán. Un día nos enteramos que el gobernador de alguna provincia reformo tres veces la constitución provincial para ser eternamente relecto. Pero cuando sucedieron esos acontecimientos políticos, que implican un alto grado de poder y de resistencias, cuando pasaba la noticia los medios nacionales no la consideraron como tal. No informaron. Simplemente no nos enteramos. Llegaron tarde a la noticia, con la complicidad del juez que demora la sentencia. ¿Será mucho pedirle a La Nación y Clarín que tengan un corresponsal en cada provincia? Tal vez debamos reconocer que como medios nacionales no son tales. El problema radica en que estos medios, que desprecian la vida provincial, al grado de no considerarla sino como pasado, reciben publicidad nacional. Y recibieron también favores del estado nacional para su constitución como los medios nacionales que no son. ¿Porqué en la constitución de papel prensa (donde el estado tuvo un rol decisivo) solo resultaron beneficiarios diarios de capital federal?


La democratización de los medios y la integración geográfica




Con la sanción de la ley de medios se abrió un amplio panorama de posibilidades de desarrollo para distintos medios. Pero la ley con escasos fundamentos para el desarrollo cultural, omitió considerar a los medios de comunicación como actores culturales. Los relego de toda responsabilidad sobre la difusión y la producción de cultura. Y lo que es peor, omitió también toda observación sobre la importancia regional de la producción de la información. Da lo mismo si todos los diarios nacionales son de la cuidad de buenos que si se distribuyen a lo largo del país. Da lo mismo si la identidad, y los criterios de la notica la construimos entre todos o solo los intereses económicos de la cuidad de Buenos Aires. El federalismo ha perdido no solo la batalla económica, sino también toda disputa simbólica sobre la representación de lo nacional. Algunos diarios provinciales dan cuenta de esa disputa sobre la producción de información. Por ejemplo ya desde el nombre “La Voz del interior” denuncia consciente o inconscientemente su posición subalterna en la construcción de lo nacional-masivo, se es interior. Nuestros medios nacionales de comunicación establecieron una única dirección para la información, donde una sola ciudad habla y el país entero escucha.




Volviendo a la ley de medios, si se observo la cuestión étnica, Lanata ironizaba con la “radio de los wichis”, se planteo en algunos sectores que lo democrático es que las minorías étnicas tuvieran su voz. Sobre la construcción de lo nacional, donde la otredad y lo étnico constituye una realidad a relevar primero y a integrar después: nada. Sobre integración regional de la noticia: tampoco. El mundo lo seguimos pensando nosotros: los capitalinos.

La distancia, objetividad y poder.

Quedado en el tiempo, como la vida de las provincias, esta también ese viejo proyecto de mudar la capital del país a Viedma. Antiguo anhelo de federalismo que buscaba escindir la realidad política de la realidad económica y cultural. Hubiese tenido como consecuencia indirecta; convertir en realmente nacionales a nuestros primitivos medios de comunicación. Clarín y la Nación hubiesen tenido que hacer lo que nunca hicieron, que enviar periodistas a Viedma para informar lo que allí pasa. Al ser extraños en Viedma, esa distancia les hubiese otorgado una objetividad imposible de adquirir siendo vecino del poder. La misma objetividad que tendría un diario de Rosario o Córdoba para informar los avatares de nuestra vida política nacional centralizada en la cuidad de buenos aires. Me gustaría ir al kiosco y poder elegir entre diarios nacionales radicados en distintas partes del país. Se sentiría una simultaneidad de acontecimientos. Participaríamos, en córdoba, en rosario, en Tucumán, en Santiago del estero, de la misma realidad y podríamos combatirla todos. Tal vez el país entero podría rechazar a las mineras en San Juan, repudiar a los gobernadores Feudales. Por ahora eso es imposible, La información no es poder, el poder siempre esta en nosotros. Pero solo si estamos informados sabremos que hacer con él.

2 comentarios:

José A. García dijo...

Desde mediados de los 80 dejó de ser negocio para los diarios dar noticias, y pasaron a ser ellos mismos quienes las creaban. De ahí que personajes tan nefastos como Tinelli o Rial tengan tanta prensa, porque son negociables, porque venden, y lo que importa en vender el diario, no dar la noticia.

Y así surgen los suplementos especiales, los zonales y las miles de formas de fragmentar la realidad. Pero no es sólo culpa de Clarín y La Nación, si entras en el portal de Telam, o compras Página 12 o Tiempo Argentino, el 90% del espacio está dedicado a la CABA o a la provincia de BSAS, y solo en segundo plano Córdoba o Santa Fe, el resto del país sólo aparece cuando hace falta.

Por otro lado, hacerles este tipo de reclamos a empresas como el grupo clarín o la familia Mitre no tiene sentido, quien realmente se tendría que preocupar por lograr la visibilidad de toda la población de todo el territorio es el estado (no el gobierno, sino el estado como institución fundante de la sociedad actual), y no lo hace, porque no le es funcional a su política.

Las veces que los pueblos originarios avanzaron sobre BSAS sólo obtuvieron represión y muerte por parte del estado, en 1947 con Perón y en el 2011 con CFK. La política no cambia, sólo se maquilla diferente.

Saludos

J.

Ricardo De Luca dijo...

El reclamo, si es que lo hay, no es hacia los medios. Sino al estado que contribuyo a formar esos medios. Menciono papel prensa, la distribución centralizada de la pauta oficial. Que ademas no pone condiciones. ¡El estado financia medios, pero no les pone condiciones!
Y obviamente no es funcional a la política. Una colonia se administra mejor si esta centralizada.
Gracias por leer Jose.